Torreon, Coah.
Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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ALIANZAS Y ARREGLOS / 773


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Por:
Samuel Cepeda Tovar
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12-02-2021
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Edición:

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POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR

http://enfoqueanaliticosct.blogspot.com

Moisei Ostrogorski escribió en 1902, acertadamente, que los partidos han sido bastante exitosos en asegurarse el trabajo de la maquinaria gubernamental (ocupar cargos gubernamentales), pero han “fracasado miserablemente” en respaldar el poder de los ciudadanos. Y este fracaso es evidente en dos vertientes, en la primera, una vez en el poder no suelen representar los intereses de toda la colectividad y en segunda, traicionan constantemente sus propias ideologías, aspiraciones y emociones partidistas de sus mismos integrantes. El caso de Allende es un escenario perfecto para analizar lo que ocurre. El partido gobernante tenía su candidato, quien trabajó ilegal y deshonestamente en precampaña desde hace años, incluso en plena pandemia, pero de pronto, este candidato se muda de partido, es extrañamente acogido por el PRI local, lo cual, definitivamente provocó molestia entre los miembros de ambos partidos, unos se sintieron traicionados, abandonados, descabezados, y los otros humillados, aplastados y pisoteados por la imposición de un candidato que pertenecía a la UDC. Este caso cae en la categoría del “arreglo”, un acuerdo o “concertacesión” difícil de entender en sus arreglos, pero fácil de comprender en su objetivo. Alguien hizo un cálculo que por cierto históricamente ha sido la causa de las tragedias del partido tricolor, basta recordar el “dedazo” en contra de Madrazo en favor de Labastida, o lo sucedido en Allende allá por la primera década del siglo XXI. Y los resultados todos los conocemos. Por otra parte, están las alianzas, esas decisiones que de pronto toman los líderes sin consultar a las bases, a quienes realmente sostienen a los partidos. UDC-morena es un caso especial, aquí en el pueblo ambos partidos son la antítesis de las triadas dialécticas de Hegel, pues simplemente no pueden ir en comparsa. Cada uno siente el derecho de imponer a su candidato, unos por ser el partido gobernante en la localidad, otro por ser el partido fuerte de la nación, al final de cuentas, esta mala decisión dará como resultado una fractura inevitable. Otra vez los militantes se sienten traicionados, otra vez, como en el primer caso, Ostrogorski tiene razón: los ciudadanos tanto militantes como externos no sienten el respaldo de estos institutos políticos para resolver los problemas de la comunidad. Solo se puede ver una lucha mezquina, una lucha de facciones diría David Hume, en donde lo que está de por medio es el poder y sus placeres, sus privilegios, sus emolumentos y canonjías. Los ganadores, serán sin duda aquéllos que figuren en los primeros lugares de las planillas, los que sin duda alcanzarán un puesto, sin saber a ciencia cierta a lo que van ni lo que deben hacer, como siempre, como cada gobierno nuevo, improvisando y preparándose para la siguiente elección, para el siguiente asalto al poder. Ostrogorsk y Michels calificaron a los partidos como máquinas devoradoras de la democracia en las que la oligarquía era una ley de hierro, y ciertamente aquí podemos ver como estas oligarquías, las mismas familias, los mismos grupos se han acostumbrado a detentar el poder de manera oscilatoria, por tiempos, como en una especie de acuerdo tácito, maquiavélico, divirtiéndose mientras los militantes pelean entre sí. Y sí, son máquinas devoradoras, pero no solo de la democracia, sino de congruencias, de convicciones, de filias, de dignidades… basta con ver el escenario PRI-UDC-morena para confirmar lo teorizado por los expertos.

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