POR: ABEL ALCALÁ H.
Estamos ante el auge de ofertas que nos invitan a transitar por indefinidos caminos sin destino que gracias a la mercadotecnia normal y a la subliminal nos los presentan sumamente atractivos que la voluntad cede rápidamente a sus coqueteos.
Cada día la economía se monta con más irreverencia sobre la política, sobre el derecho y sobre la moral para convertir a la persona en un sujeto codiciante de placeres y cargado de necesidad materiales.
Vacían de contenido al lenguaje para que las palabras suenen huecas y cada quinen las llene con sus ideas egoístas, individualistas y utilitaristas que más le acomoden a su vida hedonista y fatua.
Nos saturan con propaganda irracional para mover las pasiones y los sentimentalismo con la intención de llevarnos a enfrentamientos estériles entre familiares, vecinos, compañeros y pueblo, como ejemplo tenemos lo siguiente: nos encasillan en posturas inexistentes como de extrema derecha o de extrema izquierda cuando lo que realmente existe es la extrema pobreza, la extrema ignorancia y la incontenible corrupción de muchos gobernantes, diputados y senadores.
Nos ofrecen muchos caminos sin destino para crearnos la sensación de que somos libres, que disponemos de nuestra vida y futuro y nos hace tan obtusos que nos olvidamos de nuestra dignidad.
Esos que manejan la economía mundial a través del imperio del dinero y la especulación y que se esconden en los bancos nos manipulan como juguetes para someternos a una vida miserable de depravación y extermino.
Aprovechándose de la ignorancia de los pueblos, sustituyen la verdadera felicidad que es una aspiración natural al ser humano, por instrumentos que saturan a las personas y pueblos con los artefactos creados por la tecnología que generan sensaciones pasajeras de gozo, alegría, placer, poder, vanidad y superioridad entre ellos, volviéndolos esclavos de sus modas y además sujetándolos con deudas que les quitan libertad y tranquilidad.
Esa oferta o imposición de caminos sin destino, entre muchos males que causa, está el más dañino que es la pérdida de identidad como persona y como pueblo y que te predispone a aceptar, consciente o inconscientemente, dócilmente las ordenes de tus esclavizantes.
La finalidad de los especuladores financieros es convertir a las personas y pueblos en objetos e instrumentos al servicio de intereses puramente económicos, para lo cual invierten grandes cantidades de dinero en sobreexplotar las emociones, las pasiones, los sentimentalismos, las perversiones, el libertinaje y otros vicios que los degraden.
Recordemos el poema de Francisco De Quevedo: “Poderoso caballero es don dinero”, el cual nos muestra a quienes están dispuestos a humillarse ante el dinero y obedecer las consignas así tengan que traicionar su religión católica, su fe, sus convicciones como es el caso de presidentes, ministros, gobernadores, legisladores, etc. un buen ejemplo es Joe Biden.
“La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin” mensaje a la 48 Jornada para la Paz, S.P. Francisco, 2015 .
Cambiemos la letra de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, por: “caminante si hay camino y ese debemos andar”: el camino de la verdad, el camino de la dignidad, el camino de la libertad, el camino de la hermandad, el camino de la solidaridad, el camino de la unidad, el camino del orden, el camino de la justicia y el camino del amor. Usted lector dice la última palabra.