POR: AGENTE 57
Arrancamos… El problema de México: déficit de ciudadanos. En México hay muy pocos ciudadanos, partiendo de la idea de que estos son quienes respetan las reglas de la convivencia. Su contrapartida la constituyen los habitantes que son aquellos que no respetan dichas reglas e imponen las propias. Estos se han denominado, como recordarás, lady Profeco, lady 100 pesos, ladies de Polanco, lady basura, lords, etcétera. Por desgracia, en nuestro país la vida en convivencia no ha mejorado; todo lo contrario. Se ha ido acumulando la pérdida de valores y hemos llegado a un estado de naturaleza salvaje, por así decirlo, ya que desde hace varios años algunos mexicanos atacan a otros en actos de barbarie y, por tanto, nuestra sociedad civil esta fracturada y debemos reconstruirla. Ante ese escenario, surgen múltiples interrogantes: ¿Cómo queremos consolidar la democracia si nos falta la materia prima, los ciudadanos?, ¿Cómo podríamos avanzar nuestra república?, ¿Qué tenemos que hacer?. La ciudadanía es precaria, lo cual en nada contribuye para tener una democracia fuerte. Tenemos que reconstruir el tejido social, la esfera pública que se encuentra deteriorada y desacreditada; si a ello le sumamos la desigualdad social que padecemos en México y el hecho de que gran parte de nuestros conciudadanos no tienen acceso a la educación, tenemos que las normas cívicas no se inculcaron ni fomentaron, lo que ha traído un resultado muy desfavorable para la convivencia entre los mexicanos. El fortalecimiento del sentido de pertenencia debe alentarse. Hay que retomar el pasado en el que los integrantes de la comunidad podíamos convivir sin miedo, sin temor a perder nuestra tranquilidad y libertad: hace varias décadas vivíamos en un ambiente de paz, y ésta era la regla general que, por desgracia, se ha perdido. Aunado a lo anterior, debemos volver a la convivencia como ciudadanos y actuar colectivamente para resolver de manera republicana los asuntos de nuestra comunidad. Solo así podremos remediar los problemas que nos aquejan, cimentar nuestra democracia y, por ende, tener una república sólida. La actuación diaria de los ciudadanos, por simple que sea -el saludo a nuestros semejantes, llevar una cultura cívica basada en la educación-, trae implícito un resultado adicional, que contribuye al fortalecimiento de nuestra democracia, razón por la cual podría establecer ahora una formula o premisa: “A más habitantes, ladies o lords, menos democracia. “A más ciudadanos más democracia”. El filósofo Dewey recala: es la cultura y la práctica de la democracia en la vida de todos los días. Por tanto, la democracia cosiste en un proyecto ético - político, un modo de vida personal y colectiva que se debe incorporar concretamente a las prácticas cotidianas. La democracia no se construye solo y exclusivamente en un conjunto de instituciones, tribunales, procedimientos formales, ni siquiera de garantías legales, si no en un modus vivendi y convivencia que hay que ir progresivamente conquistando como forma cultural. El mensaje es claro: tenemos que reforzar los lazos y pilares de nuestra república para poder convivir en la vida diaria. El propio Maquiavelo escribe líneas de obligada lectura y reflexión, sobre la renovación de la república y el papel del ciudadano, en el citado libro Discurso sobre la primera década de Tito Livio. MI VERDAD. -Ante ese escenario de la renovación de nuestro régimen de gobierno, corresponde reflexionar sobre el concepto mismo de ciudadano.