POR: M.ED. DANIELA CARLOS ORDAZ
Vivimos quejándonos constantemente de la situación que cada uno, desde sus trincheras vive. Detestamos lo que no se nos acomoda, lo que consideramos va en contra de todo principio ético e ideológico. Tal pareciera que todos somos dueños de la razón y la verdad. ¿Quién dijo que lo que emana de nuestra boca es ley absoluta? Lo será tal vez para ti, pero no para el resto de la población. Entonces, porque molestarnos con las diferencias.
La intolerancia se ha convertido en el pan nuestro de cada día, somos intolerantes a absolutamente todo, y cuando digo todo, es todo. Si la comida está salada, desabrida, caliente, fría, etc., y hacemos todo un circo por nimiedades, cosas sin importancia. Así que con los temas que en realidad trascienden, ni se diga. Si se trata de política, tachamos de ignorantes a quienes apoyan una ideología partidista contraria a la nuestra, y claro, sabemos que nadie puede obligarnos a creer en algo que no queremos, pero tampoco podemos hacer que todos piensen y crean en lo que nosotros creemos, y eso entre comillas, porque luego defendemos con uñas y dientes una idea, que a la vuelta de la esquina cambiamos, como cambiar de calcetines.
En los temas religiosos es algo similar, solo que aquí entran las ideas de faltas más allá de lo terrenal, donde los que no respetan las reglas del clero se van directo al infierno. ¿Qué no puede haber un punto medio de respeto y tolerancia? A mi en lo particular, esa palabra no me cuadra, se tolera lo que no se se soporta, lo que se tiene que aguantar; pero, no habiendo otra opción, por lo menos toleremos lo que es distinto a lo que marca la mayoría, o peor aún, lo que dictamina la sociedad. ¿Y quién es la sociedad? ¿Quién la hizo dueña y ama de las reglas y las formas? Nos dejamos llevar tanto por lo que otros dicen o piensan, que en ocasiones ni siquiera nos es incómodo lo que otros hacen, pero crecimos aprendiendo a castigar, juzgar y hasta castigar a quien osa ir en contra de la normalidad.
En próximas fechas, miles de personas ejercerán su libre albedrío electoral, decidirán quienes formarán parte del congreso, y aunque muchos no congeniemos con quienes gobiernan o cómo gobiernan en la alternancia, si debemos ser respetuosos de las desiciones que cada quien toma. Sea cual sea su designio, hágalo valer y salga a ejercer su voto.
Y para qué son las alas, sino más que para volar...