POR: REDACCIÓN
Torreón, Coahuila.-
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, presentó su segundo informe de gobierno en medio de un ambiente de divisionismo, crispación política y efervescencia social, todo lo anterior, enmarcado en la interminable pandemia del coronavirus, contingencia por cuyo manejo su gobierno ha recibido severas críticas.
En poco menos de dos años, quien fuera electo como el presidente mas legitimado en la historia democrática de México ha perdido varios puntos de aprobación popular (dependiendo de la encuesta que se consulte), debido a las altas expectativas que su elección generó y a los resultados limitados que ha alcanzado su administración, especialmente en rubros como el económico, en el que México enfrenta una crisis de pérdida masiva de empleos y cierre de empresas, derivado del paro que generó la pandemia, lo que derivó en el desplome de la economía nacional.
No solo eso, en ese mismo lapso, han sido obvias las diferencias que al presidente ha tenido con miembros de su gabinete, lo que provocó enroques en secretarías como economía, medio ambiente (ya en dos ocasiones) y comunicaciones y transportes, entre otros puestos de menor envergadura, lo que denota un desgaste al interior de las filas de la llamada “Cuarta transformación”.
PENDIENTES EN ECONOMÍA Y SEGURIDAD (PRINCIPALMENTE)
Sin duda, dos son los grandes pendientes durante la actual administración: economía y seguridad. En el primero hay que decir que, si bien es cierto, la pandemia agravó la situación, desde antes de la aparición del COVID-19 la economía ya mostraba signos preocupantes. Actualmente, el Producto Interno Bruto (PIB), registra una caída histórica del 18.68% acumulado desde el segundo trimestre del 2019, la más grave de la que se tenga registro en la historia.
El mismo presidente, reconoció que la crisis que atraviesa la economía mexicana es la más grave en el último siglo, palabras confirmadas por el Banco de México (Banxico), cuyas estimaciones señalan que la economía se contraerá entre 8.8 y 12.8 puntos porcentuales durante el 2020. Lo mismo sucedió con el empleo, cuyas cifras de desocupación se habían mantenido estables con cifras entre el 3.2 y 3.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) en desocupación durante los últimos años. Sin embargo, el coronavirus llevó a más de un millón de personas al desempleo, llegando a niveles de desocupación del 5.5% de la PEA, y aunque el presidente haya anunciado la generación de más de 50 mil empleos formales en los últimos meses, la realidad es que todavía mucho por hacer para recuperar las fuentes de ingresos que se perdieron a causa de la pandemia.
Todavía no sabemos cuándo terminará la pandemia, lo que queda claro es que buena parte de los esfuerzos del gobierno deberán estar encaminados a recuperar la economía, y quién sabe si le alcance el sexenio a López Obrador, pues los efectos han sido devastadores, y aunque el ejecutivo federal afirme lo contrario, muy seguramente llevará un buen tiempo y mucho dinero reconstruir la economía nacional.
En lo que respecta a seguridad, el desafío sigue siendo enorme. Como candidato, AMLO se jactaba de que iba a “serenar” al país, criticó la presencia del ejército en las calles para realizar tareas de seguridad pública, y afirmó que reduciría de manera importante los homicidios dolosos cometidos por el crimen organizado, un flagelo que nos afecta desde los días en que Felipe Calderón desató su fatídica guerra contra las drogas.
En este sentido, al mandatario nomas no le han salido las cuentas: el ejército sigue en las calles, y seguirá por un buen rato, pues la guardia nacional no termina por consolidarse a pesar de su millonario presupuesto. Asimismo, el país sigue sin “serenarse”, y los homicidios dolosos rompen récord mes con mes: de hecho, las estimaciones hechas por el propio gobierno señalan que el 2020 será el año más violento en la historia desde que se tienen registros, alcanzando una por encima de las 40 mil víctimas mortales, tres mil más con respecto al 2019.
La labor de seguridad, en un país como el nuestro, es titánica, y es imposible que un solo hombre con voluntad y discursos pueda corregirla, se necesita coordinación, trabajo de inteligencia y cuerpos de seguridad incorruptibles, algo que se antoja imposible.
López Obrador tiene ante sí un tablero de ajedrez, si se me permite la analogía, con jugadas que no esperaba dentro de los cálculos que hizo antes de llegar a la presidencia. Tiene ante él, dos crisis que han marcado el inicio de su sexenio, de cómo las maneje durante los próximos años de su gobierno dependerá en gran medida cómo será recordado en los próximos años. Algo que para el presidente es un tema fundamental.