POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR
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Una visita con más tintes económicos que políticos; pese a lo que digan detractores y medios masivos; pues independientemente de que la vista de AMLO sea en el contexto de un año electoral en los Estados Unidos, la médula de la visita fue la entrada en vigor del T-MEC lo cual me parece mucho más simbólico que político, pues seguimos en el contexto de una pandemia mundial que sin duda traerá un profundo proceso de recesión económica mundial y la puesta en marcha de este tratado es un suspiro en medio de una inclemente tempestad, además de que somos ya el principal socio comercial de los Estados Unidos, pues diariamente cruza hacia el lado estadounidense mercancía con un valor de 1.6 mil millones de dólares y de esta interacción económica dependerá en mucho la etapa de recuperación económica después que la pandemia se haya controlado. La postura de Trump hacia su homólogo mexicano ha sido siempre cordial, sin agresiones, sorprendente en un presidente que basó su campaña y gestión presidencial en atacar a los hispanos, particularmente a los mexicanos, y sin embargo desde el ascenso de AMLO al poder ese Trump belicoso anti mexicano se ha mantenido tranquilo, dócil, muy alejado de su discurso original y esto absolutamente nada tiene que ver con los tiempos electorales estadounidenses, pues Trump llegó a la presidencia con un cruel discurso antihispano que le dio resultados positivos. La comitiva de empresarios que acompañan al presidente es otra muestra simbólica de un presidente que toma en cuenta a los grandes empresarios generadores de empleos, y que sin duda le apostarán al tratado con sus recursos lo cual los beneficiará a ellos y a los mexicanos. Ahora bien, en lo que respecta a los discursos, se trató de un intercambio de halagos, bastante elocuentes, y en el caso del presidente AMLO, con referencia a íconos presidenciales tanto de México como de los Estados Unidos lo cual reforzó otro fuerte símbolo: el de las relaciones bilaterales tanto por la geografía como por la historia que casualmente hizo coincidir a los dos presidentes que más admira López Obrador: Benito Juárez y Lázaro Cárdenas con dos de los presidentes estadounidense más emblemáticos e icónicos de la historia norteamericana: Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt. Todo esto tuvo como resultado que el presidente Trump calificara la visita de AMLO como “excepcional” señalando que es una gran persona y que es un honor tenerlo con ellos. No recuerdo cuándo fue la última vez que se tuvo una visita tan diplomática y cordial en el contexto de la puesta en marcha de un importante tratado comercial clave para el desarrollo económico en un contexto sanitario adverso que reclama buenas noticias que generen esperanza al corto y mediano plazo. Independientemente de las filias y fobias, la visita de AMLO a Trump, reforzada por la ausencia de Justin Tradeu, que volvió la agenda bilateral, ha sido un éxito diplomático con nuestro principal socio comercial y el símbolo que todo esto representa es un augurio prometedor en cuanto a la relación económica que depende del humor de un presidente impulsivo como lo es Donald Trump y en lo que definitivamente es un contexto preelectoral estadounidense. Bien por AMLO, bien por México.