POR: ABEL ALCALÁ H.
Los juramentos que se hacen ante las autoridades públicas y privadas llevan el sello moral impoluto de decir y conducirse con verdad. La justificación es sencilla: la mentira es un mal que socava el orden moral que es base y fundamento de la armonía entre las personas humanas honestas.
El mal y la mentira son caras de la misma moneda, no puede vivir una sin la otra, su objetivo es convencernos que lo bueno es malo y lo malo es bueno; que lo cierto es falso y lo falso es verdadero y así nosotros creyendo que hacemos lo bueno y lo verdadero empeoremos nuestras vidas y las de los demás.
La condena a mentir es de siempre y veamos al personaje que le dio el mayor de los énfasis en la historia: “Moisés (1273 a. C.) llamado en la tradición judía Moshe Rabbenu, es el profeta más importante para el judaísmo, liberador del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y encargado por Dios de entregar la Ley escrita y, según los rabinos, la Ley oral, codificada más tarde en la Mishná”. Wikipedia
“Moisés pasó cuarenta días y cuarenta noches en la cima del Monte Sinaí; pues, según la Biblia, Yahveh se lo pidió como una muestra de lealtad hacia él. Así, conforme a las escrituras, los Mandamientos le serían dados a Moisés para que se los enseñase al pueblo”.
Con la narración anterior sabemos que a Moisés se le entregaron las tablas con los 10 mandamientos, para nuestro tema solamente cito el octavo mandamiento de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica: “No darás testimonio falso contra tu prójimo." Dentro del cual se hace referencia a la mentira de la siguiente manera; Mentir es "decir lo que es falso con la intención de engañar" siendo por eso la "ofensa más directa a la verdad" porque la contradice. El Catecismo afirma que la mentira, al dañar "la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, ofende la relación fundamental del hombre y de su palabra con el Señor".
Ahora hablando de la justicia de los hombres checamos lo que establece la Ley: Código Penal Federal, Libro Segundo, Título Decimotercero – Falsedad, Capítulo V - Falsedad en Declaraciones Judiciales y en Informes Dados a una Autoridad; Artículo 247.- Se impondrán de cuatro a ocho años de prisión y de cien a trescientos días multa: 1.- Al que interrogado por alguna autoridad pública distinta de la judicial en ejercicio de sus funciones o con motivo de ellas, faltare a la verdad.
Mentir es considerado un hábito malo, es decir, es un vicio moral, sólo la persona humana puede mentir intencionalmente, es decir, con libertad.
“La persona que lo padece es adicta a mentir. El psicólogo Juan Moisés de la Serna, que ha tratado a varias personas con este problema, considera que “el mitómano busca con sus engaños la aceptación de los demás. Compensar sus bajos niveles de autoestima”. Pero no cualquier embustero es un mitómano. “Texto tomado de bachiller Sansón Carrasco”.
El grave problema de muchos gobernantes que no son lo suficientemente virtuosos para el cargo que se les eligió se vuelven adictos al vicio de mentir.
La razón o explicación de mentir es que decir la verdad de manera permanente y constante no siempre les favorece para sus intereses personales y particulares, por tal motivo ajustan su conducta a lo que los demagogos llaman: “lo políticamente correcto”.
Los enemigos de la armonio social, de la paz entre los hombres de la misma comunidad, de la búsqueda de abatir los altos niveles de pobreza, y de bajar el alto índice de inseguridad y asesinatos y del atropello de los derechos de los no nacidos, son los gobernantes que mienten de manera sistemática.
La mentira conlleva al mal y ambos son los que tienen a los mexicanos divididos, enfrentados, en la pobreza, en la inseguridad personal y comunitaria.
No es normal que nos acostumbremos a vivir en la mentira, exijamos a los gobernantes se conduzcan y hablan con la verdad, así nos beneficiamos todos.
