POR: AGENTE 57
ARRANCAMOS… según Jorge Blasehke, Premio Nacional de Periodismo en 1982, escribe: el marco histórico en el que se producen los acontecimientos del Nuevo Testamento arrastra un mundo en el que la magia era un elemento primordial. Los judíos no eran inmunes a la magia que se había importado de Mesopotamia o de Egipto, o la magia que aparecía en los relatos del Antiguo Testamento. La magia era el arte o actividad secreta del hechicero que era capaz de utilizar ciertas fuerzas sobrenaturales. En el Antiguo Testamento la magia está presente cuando se evoca a los muertos para consultarles, cuando se realizan hechizos, en las profecías, en los hechos extraordinarios, en los sacrificios y en la utilización de fórmulas y rituales. Son exponentes de esta magia Moisés, Josué, Elias, Eliseo y especialmente Salomón. Así tenemos un pueblo, el judío, propenso a creer en actos mágicos, y como he destacado uno de sus mayores exponentes fue Salomón a quién el perfeccionamiento de sus técnicas mágicas le permite mandar en todo lo que quiso, sobre espíritus y demonios. No cabe duda que muchos conocimientos que se aplicaban a la curación procedían de la cultura egipcia. Los papiros egipcios ofrecen una importante y poderosa farmacopea, que a veces, nos recuerdan fragmentos del Antiguo Testamento, como el soplo de la vida dado a Adán. El papiro de Ebers (mediados del siglo IIa.C.) recuerda que el soplo de la vida entra por la oreja derecha y el de la muerte por la oreja izquierda; para combatir este soplo sólo hay un remedio: la magia. En este mismo papiro se encuentran recopilaciones de ochocientos setenta y cinco recetas, hechizos y encantamientos. Por otra parte, los egipcios utilizaban muchos vegetales y productos que son muy comunes en el Nuevo Testamento, como la mandrágora, el beleño, la mirra, etc. también se advierte como los tratamientos médicos que se practicaban no estaban completos sin que el senador o sacerdote ejecutara un rito. Era necesario que al mismo tiempo que practicaba su medicina o hacía ingerir al enfermo sus pócimas murmurarse un determinado hechizo, acto que influía psicológicamente sobre el enfermo y que tras la curación, serviría para reforzar la intervención de los dioses. Se trataba de un hechizo con gran poder de sugestión como: <<Sal, veneno, viértete en el suelo. Horus te exorciza, él te destruye.>> un hechizo que nos recuerda a Jesús cuando se enfrentaba al hombre que da voces en la sinagoga de Cafarnaún y que le acusa de venir a destruirlos, Jesús le reprende con un enérgico<<¡Cállate, y sal de él!>>, y seguidamente << el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él>> [Mc. 1: 25-26]. La curación y el ser superior curando a los enfermos es algo que se hereda de la antigua civilización egipcia. El faraón Nectanebos revela lo que ve en un sueño la presencia de un ser divino, resplandeciente curando a los enfermos: <<De repente surgió una aparición divina; un ser cuya estatura sobrepasaba la de un hombre, llevaba vestidos resplandecientes, con un libro en la mano izquierda; examinó al enfermo dos o tres veces… y luego desapareció.>> sin duda la visión o el sueño es revelador y recuerda a esos seres resplandecientes que aparecen en el Antiguo y Nuevo Testamento, seres de luz, que en este caso procede a examinar un enfermo. Entendemos como milagro, en el ámbito histórico de la vida de Jesús, sucesos que se dan fuera del curso regular del orden natural y que en el Antiguo Testamento eran atribuidos a Dios y en el Nuevo Testamento a Jesús. Así Jesús practica curaciones, expulciones de demonios o exorcismo, calma tempestades, multiplica panes, realiza pescas milagrosas y camina sobre las aguas, entre algunos de sus milagros. Se trata de hechos ligados a la actividad y misión de Jesús que no pueden arrancarse de su biografía, ya que entonces su historia quedaría resumida a la de un predicador más de aquellos tiempos. El milagro le daba fuerza y credibilidad frente a sus opositores. Los enemigos de Jesús atribuían sus milagros a magia o potencias demoníacas, una atribución lógica ya que se heredaba toda una magia de Mesopotamia y Egipto. ¿podemos creer en sus milagros? O ¿podemos limitarnos a pensar que son exageraciones de la época, fantasías escritas por sus seguidores? La realidad es que en la actualidad existe un gran esceptisismo referente a este tema, y muchos especialistas bíblicos y teólogos se muestran muy cautos. Se admite que Jesús fue un taumaturgo que realizó curaciones y exorcismos, un hombre singular con unos grandes conocimientos e ideas nobles, pero de ahí a resucitar a un muerto o andar sobre las aguas hay una gran diferencia. ¿eran milagros las curaciones o actos mágicos? Nada indica que Jesús utilizase una parafernalia mágica para curar, y todo parece indicar que las curaciones pudieron acaecer por sugestión o, si se quiere decir, curaciones por fe. Por otra parte debemos considerar que sólo conocemos aquellas curaciones que se produjeron felizmente, ya que si hubo fracasos en las curaciones los apóstoles no los cuentan. La historia siempre narra los triunfo, y es evidente que los evangelistas están relatando en la misma línea que las narraciones tamatúrgicas griegas y romanas. Si hubo algún fracaso en las curaciones no aparece en la narración, aunque hubiera sido normal y hubiera dado a Jesús un aspecto más humano y no tan divino.
MI VERDAD.- sea como fuere, hoy necesitamos milagros frente a esta pandemia que azóta al mundo-¿o no?. N.L.D.M