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Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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LA NUEVA NORMALIDAD / 743


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Por:
Sin Censura
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17-05-2020
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

La nueva normalidad es algo que no existe, pero que se pretende construir. Más allá de que se logre o no, partirá de las bases de la “vieja normalidad”, eso que presuntamente destruyó la pandemia del coronavirus. El tono de incredulidad se deriva del hecho, ya muchas veces comprobado, de que no hay virus, por más mortífero que haya sido, que hubiese revolucionado la forma en que una sociedad se organiza. Sí, lastima sus estructuras, cobra numerosísimas vidas, empobrece más a la gente que ya era pobre, pero ni los ricos dejan de ser ricos, ni los miserables abandonan su miseria. De hecho, las desigualdades se profundizan. Eso, según la historia.

La nueva normalidad es el proyecto, la imagen de lo que los López (Obrador y López-Gatell) imaginan que debiera ser la forma normal de relacionarnos en México. Saben el poder que tienen, el poder de nominar, diría Pierre Bourdieu, el poder de ponerle nombre a las cosas que le pasan a la gente, de ponerle términos temporales, como aquello de que “ya se ve la luz al final del túnel”, López Obrador, dixit.

Y entonces, ¿qué tendrá de “nueva” esa normalidad prometida, después del diluvio de coronavirus? No va a alterar la situación de los pobres, por supuesto. Ni, mucho menos, disminuirá la riqueza de los potentados. La pandemia del coronavirus le está dando al capitalismo “un golpe a lo Kill Bill”, como dice el filósofo esloveno Zizeck, pero en el sentido de lo llamativo, de lo espectacular, no de lo sustancial. Eso, en mi hipótesis, no va a cambiar, no hay por qué. El virus, con todo su poder destructivo no ataca las formas de estructuración social. No es tan potente como el otro virus al que, más o menos desde los años 80, le hemos dado hospedaje, el virus del neoliberalismo, el que corroe todas las estructuras de solidaridad y acompañamiento que, como género humano, construimos durante centenas, si no es que milenios de años para dar lugar a la sociedad de la que ahora somos parte.

La disyuntiva que plantea Zizeck de “Barbarie o alguna forma de comunismo reinventado” es falsa, según el pensador surcoreano Byung-Chul Han, por más que coincidamos con el esloveno en la necesidad de liberarnos de la “tiranía del mercado”. De hecho, cuando se habla de nueva normalidad, justo lo que nos están diciendo es que lo sustancial habrá de continuar igual, cada quién ocupando el lugar que ya teníamos en la pirámide social. En todo caso, algunos habremos caído algunos peldaños y, con ello, habremos ensanchado la base de la pirámide. Es cierto que el sistema no saldrá ileso pues, como dice el italiano Franco “Bifo” Berardi, la actual pandemia afecta lo económico porque no tiene su origen en las finanzas sino en el cuerpo, y entonces “bloquea el funcionamiento abstracto de la economía, porque sustrae de ella los cuerpos”, dice.

Acaso lo que habría que proponerse es un ejercicio de reflexividad, tal como la entiende el francés Pierre Bourdieu, algo así como pensar el neoliberalismo pero desde fuera de las categorías neoliberales. Quizá a ello se acerca Byung-Chul Han cuando sostiene que este virus nos aísla, y que en todo caso hay que buscar una solidaridad que nos permita soñar con una sociedad radicalmente diferente pues “No podemos dejar la revolución en manos del virus”.

Para “Bifo” la nueva normalidad se asoma en forma de encrucijada, hay dos caminos: o salimos de esta más “solos, agresivos o competitivos” o “con un gran deseo de abrazar, (de) solidaridad social, contacto, igualdad”.

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