POR: M.ED. DANIELA CARLOS ORDAZ
Más unidos que nunca.
“La persona que no está en paz consigo misma,
será una persona en guerra con el mundo entero”.
- GANDHI.
Tantas veces deseamos tener un tiempo para estar con nosotros mismos, que ahora que tenemos esa oportunidad, no sabemos qué hacer con ello.
¿Cuántas veces no escuchamos a alguien decir que quería tiempo para descansar, para estar con su familia, para relajarse? -Varias ¿verdad?
Entonces, ¿por qué ahora que tenemos ese tiempo, no lo valoramos y lo aprovechamos?
El trabajo nos agobiaba, teníamos el tiempo medido, no sabíamos qué hacer para poder realizar todas las tareas del día: los hijos, la casa, el trabajo, los amigos, las reuniones, los viajes, etc., etc.
La mayoría de los seres humanos vivíamos estresados, angustiados, cansados, de mal humor, y siempre pensando como poder sobre llevar el día a día, que se convirtió en una tortuosa rutina.
Teníamos muy poco tiempo para compartir con la familia, con nuestros seres queridos, o simplemente para estar con nosotros mismos, y ahora, tiempo es lo que nos sobra.
Desafortunadamente una cosa es desear, y otra muy distinta aceptar las cosas que nos dan, y no me refiero a regalos, sino a los obsequios que la naturaleza nos da. Esta pandemia que nos orilló a un aislamiento forzado, es una oportunidad para reencontrarnos con nosotros mismos, y para otros, hasta para conocerse. Muchos actuábamos por instinto, el mismo desayuno, el mismo bar, la misma lectura y hasta el mismo lugar para tomar café, y no digo que esté equivocada esa manera de actuar, pero, ¿en verdad es lo que querías o te gustaba a hacer?, ¿o simplemente lo hacías por inercia?
No sabíamos lo que significaba levantarse y valorar el sonido del silencio, sin vehículos, sin contaminación, sin claxon, sin personas aceleradas en un mundo vertiginoso que parecía nunca detenerse.
Sin embargo, un día, el carrusel, se detuvo, y fue tan sorpresivo para todos, que no supimos qué hacer con tamaño presente.
No todos sabemos estar con nosotros mismos, es un reto sin precedentes para muchos, para eso están las redes sociales, lo antros, los bares, la televisión, la radio, los amigos, en fin, un sin número de personas y acciones que nos permiten sobrevivir, sin la necesidad de estar a solas con nosotros.
Pero, ¿se han puesto a pensar, qué pasaría si tampoco tuviésemos redes sociales?, ¿qué haríamos con nuestro tiempo? Tendríamos que convivir con los más cercanos, que aunque parezca ilógico, son con quienes menos convivimos, y con esto del aislamiento, son con quienes compartimos las veinticuatro horas del día.
Yo pienso, que además de nuestros inconscientes colectivos, que pedían un descanso, nuestro planeta también lo necesitaba. Necesitaba descansar de nuestras constantes quejas, de nuestros hábitos nocivos que contaminaban el ambiente, generando grandes cantidades de basura, tirándola en las calles, talando y quemando arboles, lastimando animales, dejando morir a los que necesitaban una mano, olvidando a nuestros ancianos, evitando a nuestros parientes, odiando a nuestra gente, indiferentes totalmente a lo que ocurría a nuestro alrededor, pero hambrientos de poder, de dinero, de fama, de “likes” como se usa ahora. ¿En qué nos convertimos?
Tal vez la epidemia somos nosotros, que modificamos y destruimos todo aquello que tocamos.
Te propongo, que estos días, tengas un encuentro contigo, que recuerdes qué era aquello que te hacía feliz, qué te gustaba a hacer, qué querías ser de grande, en fin, que sepas en realidad qué es lo que te hace vibrar. Y cuando lo hayas encontrado, no lo dejes ir, ya sea dibujar, cantar, pintar, bailar, leer, ver a tus hijos crecer, tomar la mano del ser amado, o simplemente sentarse a ver el amanecer mientras tomas una taza de café… ¡DISFRÚTALO!
Y claro, no olvides compartirlo con lo más valioso que tienes, y no me refiero a tus posesiones.
“Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”. -Gandhi.
Y para qué son las alas, sino más que para volar...