POR: AGENTE 57
ARRANCAMOS… LA PARADOJA DE MAQUIAVELO.- siendo la política también su materia de reflexión, su pasión y su adicción, el incomprendido Nicolás Maquiavelo (1469-1527) ha pasado a la historia por lo que no fue: un partidario cínico de la red politik. La connotación negativa del adjetivo maquiavélico- una simplificación de la velocidad periodística no tiene, pues, ningún sustento en las palabras de Maquiavelo. Por eso Mauricio viroli le hace toda la justicia del mundo en la sonrisa de Maquiavelo y lo juzga uno de los más inteligentes historiadores y pensadores de todos los tiempos, el fundador de la teoría que mejor ha captado una de las más finas sutilezas del poder: la paradoja. Su pasión más profunda eran los asuntos del Estado. Una especie de segunda piel era su condición de ex secretario: lamenta su retiro del poder y ansía volver a encontrar aquella intensidad de la vida y aquel placer de haber cosas grandes que le daban los asuntos del estado. Se le juzgó un malvado. Sus contemporáneos consideraron el príncipe como una obra maligna, inspirada por el diablo, en la que un escritor impío enseña al gobernante como conquistar el poder y como conservarlo por medio de la avaricia, la crueldad y la simulación. Falso. Lo que planteaba Maquiavelo era una paradoja. “Es necesario”, para un príncipe que quiere conservar el estado,” aprender a poder ser bueno”, y a utilizar o no utilizar su habilidad en ser bueno “según la necesidad” no dice que así deben ser las cosas. Dice que así son. Las describe. Un príncipe ha de saber utilizar bien la bestia y el hombre que trae adentro como dualidad. Ha de ser como el zorro y el león. “hay que ser zorro para conocer los lazos, y el león para espantar a los lobos”. El logro de Maquiavelo es el descubrimiento de un dilema insoluble. Nos dejó la víbora cascabeleando durante cinco siglos: el nudo gordiano que enredó puede ser cortado pero no desanudado. Arrancó las máscaras de la hipocresía revelando brutalmente la verdad. Según isaíah Berlín, Maquiavelo convirtió su expresión de una paradoja en algo que se acerca al lugar común. Maquiavelo nunca niega las virtudes cristianas ni afirma que sean buenas la crueldad, la mala fe, la tortura, la matanza de inocentes. Lo que sostiene es que para conseguir el bien común, el gobernante no tiene que hacer el bien necesariamente parece una contradicción en los términos, pero el gobernante no puede obedecer el código moral cristiano. Para un proyecto personal, como la salvación del alma, sí valen los preceptos cristianos. Pero para edificar un estado, no.
MI VERDAD.- apasionante reivindicación intelectual. NLDM