Torreon, Coah.
Edición:
14-Oct-2024
Año
21
Número:
922
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MI VERDAD / 732


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Por:
Agente 57
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15-02-2020
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POR: AGENTE 57

ARRANCAMOS… El populismo.-ante los nuevos movimientos sociales  que le han impreso un dinamismo a la política y que han sido encabezados por la ciudadanía, derivados, entre otras causas, de la crisis –global- de representatividad encabezada por los partidos políticos y otros que ya existían sufren de este sismo. Entramos a un tema muy polémico, que está de moda por los acontecimientos políticos que se llevaron a cabo en 2016, entre ellos, el referéndum del Brexit, el de Colombia y la sacudida electoral del triunfo de Donald Trump. Sin duda alguna, el término populismo pudiera generar diversas interpretaciones así como también diferentes enfoques. Incluso se podría comentar que el término se inclinaba a calificar despectivamente a quien era un socialista o izquierdista, aunque con la llegada de Donald Trump se empezó a hablar de populismo de derecha. Dentro de las múltiples interpretaciones de lo que se entiende por populismo, podríamos señalar que el término tiene su origen en el pueblo, y, si es así, podemos advertir que toda democracia es populista, ya que es el poder del pueblo. Además, cualquier programa social es populista, debido a que tiene la finalidad de beneficiar al pueblo. Lo vimos con los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y su programa Solidaridad; Ernesto Zedillo Ponce de León y el programa Progresa; Vicente Fox Quesada y el programa Oportunidades, ampliado por Felipe Calderón Hinojosa, y Enrique Peña Nieto con el programa Prospera. También las políticas públicas van dirigidas al pueblo: en cualquier campaña electoral, sin distinción de partidos, el candidato se dirige a los ciudadanos y trata de conquistarlos con muchas promesas de gobierno que difícilmente serían realizables o que incluso son “populacheras”. De acuerdo con el artículo 39 constitucional, es claro el espíritu populista: la soberanía nacional reside en el pueblo. Por tanto, observamos que la palabra tiene diversas perspectivas o interpretaciones. De acuerdo con lo anterior, se observa que en las múltiples interpretaciones de populismo caben diversas formas de hacer política, este concepto se ha acentuado todavía más como consecuencia de su indiscriminado uso en nuestro espacio público. Toda manifestación de halago al pueblo se predica enseguida como “populista”, aunque en realidad deberíamos llamarla con el más castizo término de “populachera”. Si esto es así, no hay líder político que no lo sea, sobre todo durante las siempre entusiastas campañas electorales en las que la lisonja del elector forma parte ineludible del guion. En momentos en los que todos los partidos tratan de dirigirse al grueso de los votantes y no a un sector específico de los mismos, la apelación al “pueblo” o la 2gente” se hace, además, casi inevitable, aunque ahora se prefiera el más discreto vocablo de “ciudadanía” o “ciudadanos”. ¿Es populista la máxima empleada “hazlo por los muchos, no por los pocos” si nos fijamos en otros supuestos rasgos del populismo, como su inevitable fijación de un adversario al que se denigra, volvemos a encontrarnos con lo mismo. ¿Quién no lo hace, si la esencia de la política, como bien decía Carl Schmitt, consiste precisamente en eso, en señalar al oponente? “!Que viene la derecha!” ha sido un clásico grito de guerra entre los partidos de izquierdas, y viceversa. Y ninguno deja de vituperar al contrario tratando de presentarlo como indigno de ser votado. No, no hay posibilidad de política democrática sin definirse claramente respecto de otro al que se trata de demonizar, más aún cuando las diferencias entre contendientes son casi indistinguibles y exigen una sobre actuación para permitir separar la paja del grano. Por último, si otra de las características que se atribuyen al populismo es su simplificación del discurso político, ¿quién está exento de ello cuando toda la política se expresa a partir de eslóganes cada vez más, emocionales y pegadizos? A todo lo anterior hay que añadir el hecho, de que el adjetivo populista ha comenzado a utilizar profusamente como arma de descalificación política y se aplica a líderes o partidos. Una palabra ofensiva, injuriosa: populistas son los xénofobos, quienes alimentan el resentimiento y los instintos o emociones más bajos, una mezcla entre demagogos y políticos irresponsables.

MI VERDAD.- Habrá  quien no esté de acuerdo con la línea ciudadana, que en el fondo entraña un populismo, y dirá entonces que yo soy populista  NLDM

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