POR: ABEL ALCALÁ H.
Seguro que para muchos el título de este artículo sonará más rimbombante que extraño por la simple razón que argumentará que en México son muy raras las verdaderas universidades y que las miles que se ostentan como tales son meras vendedoras de títulos o certificados de supuestos estudios.
Para centrar el tema hago la distinción que hay entre universidad e institutos tecnológicos: para el Dph. Agustín Basave Fernández Del Valle, “La Universidad es la institución de estudiantes y profesores que por la investigación y la docencia se ordena a la contemplación de la verdad, a la unidad orgánica del conocimiento, a la difusión de la cultura, al cumplimiento de las vocaciones personales y a la preparación de profesionales necesarios para la realización del bien común”, en tanto Institutos tecnológicos: “Constituye un conjunto de conocimientos científicamente ordenados, cuya aplicación permiten diseñar y crear bienes o servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente, así como la satisfacción de las necesidades individuales esenciales y las aspiraciones de la humanidad”.
Otros hacen la distinción que la universidad tiene su finalidad educativa prioritaria en la persona humana (las ciencias humanísticas) y los tecnológicos su principal motor es desarrollar las capacidad de inventiva y creación para aplicar el conocimiento científico en fabricación de artefactos para moldear y obtener del medio ambiente los satisfactores para el bienestar social.
Mencionado lo anterior, insisto que se aproxima el fin de la universidad en México, pero sólo de aquellas universidades que si cumplen a cabalidad con su cometido y que por muchos años entregaron (egresaron) a miles de mexicanos educados a la nación para fecundar y desarrollar y dirigir los grandes proyectos y obras que hicieron de este país, en su tiempo, un orgullo entre las naciones.
Sabemos que hay otras instituciones que se autodenominan universidad públicas, que usurpando ese noble título, ya desde su planeación tienen fines y objetivos perversos como son; manipulación de las conciencias de sus estudiantes, desviación de los recursos públicos recibidos para fines de grupo, casta o partido político, promoción de la mediocridad y la castración de los universitarios, fábrica de desempleados y venta de títulos, etc. estás seudo universidades son las primeras que debe desaparecer por razones de dignidad humano y respeto a la vocación de los universitarios.
Si reflexionamos en las modas, costumbres, hábitos de la mayoría de los habitantes de las grandes metrópolis, regiones, ciudad, colonias y vida campesina de México, desde las edades más tiernas hasta la tercera edad y más, nos percataremos que están dominados por la tecnología, la informática, la comunicación, y como muestra citamos al celular, la computadora y IPad y la televisión.
Lo anterior constata que la mecatrónica invadió el campo de la vida del ser humano atrapándola en la virtualidad y dejando poco o nada de tiempo para la vida en familia, vecinal, social, que es la vida real de las relaciones humanas.
La universidad es desplazada por los grandes inventos mecatrónicos que las tecnologías ponen a disposición de un gran número de mexicanos, por tanto nuestra vida y época esta moldeada por la ciencia tecnológica, que solo mira al utilitarismo y al hedonismo.
Ya tenemos el reto de miles de robots que desplazan a cientos de miles de trabajadores de sus empleos con el aunado daño a la vida familiar, a la sociedad y a la economía de México.
Las tecnologías someten a las ciencias humanas y crean en los mexicanos apetitos ilimitados para luego esas tecnologías satisfacerlas, las más de las veces, de manera artificial o virtual.
Los tecnófilos ya están ofertando, envalentonados y atenidos a la Diosa tecnología, implantar en cada hombre un chips para darle el conocimiento de todo lo que hay, modificar sus genes para hacerlo inmune a todas las enfermedades y al dolor y finalmente hacerlo inmortal. La pregunta es: ¿Podrá sobrevivir la Universidad y con ella los seres humanos a este reto?