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30-Sep-2024
Año
21
Número:
920
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La sociedad somos todos / 728


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Por:
Sin Censura
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18-01-2020
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POR: DANIELA CARLOS ORDAZ

“El trabajo más difícil que enfrentan los niños de hoy, es aprender buenos modales… sin verlos”.

Mucho se ha hablado en torno al tema de la influencia de los malos hábitos en la educación de los niños; esto por el lamentable hecho ocurrido en el Colegio Cervantes. Para ello, como medida de prevención y seguridad, se implementó el operativo “Mochila Sana y Segura”, para prevenir que los alumnos no acudan con materiales peligrosos a la escuela, como armas u objetos punzo cortantes, y otras cosas más, que pueden poner en riesgo su integridad.

Sin embargo, creo que más revisarles la mochila, habría que hacer un análisis de qué estamos haciendo como padres de familia, maestros y como sociedad.

Luego pasa que decimos: ¡La sociedad tiene la culpa! Y me pregunto, ¿quiénes conforman la sociedad?...

La sociedad somos tu y yo, es quien, al no encontrar estacionamiento, decide estacionarse en doble fila sólo por “cinco minutitos”, en lo que sale la persona que está esperando. Es quien no responde a un saludo de “buenos días” o “buenas noches”. Es aquél que le dice a su hijo: - ¡Si te pegan, pega!, ¡No te dejes! -. O aquél trabajador de un cine que toma con la mano un puño de palomitas frente a los consumidores y se las come. LA SOCIEDAD SOMOS TODOS.

Hace unos días acudí al cine, a una función por la noche, que obviamente era para adultos. Luego de pasados quince minutos de haber iniciado la película, llegó una mujer de la tercera edad con una niña de aproximadamente unos seis o siete años, además de una jovencita de unos once años. Minutos después llegó una mujer que al parecer era la madre de las niñas.

La película tuvo ene cantidad de escenas con sexo explícito, además de violencia física. La niña por momentos se desesperaba y se movía en el asiento o hablaba, y su madre solo la callaba.  Me pregunto, ¿De quién es responsabilidad de que un menor de edad estuviera presente?, ¿De la madre, del cine o de ambos? Luego son esas madres de familia quienes se quejan de que sus hijos no aprenden nada en la escuela y de que ya no se les enseña valores, ni normas.

La educación se da en la escuela, pero la formación se da en la casa, cómo pretendemos que nuestros niños aprendan buen comportamiento, si no les damos ese ejemplo.

Eso, por una parte, mientras que, por otro lado, está el trabajo de las emociones. Pretendemos que los niños puedan controlarlas, cuando nosotros como adultos muchas veces no sabemos ni reconocerlas.

Desde hace unos años, las políticas educativas, modificaron el programa y enviaron al final a la educación y desarrollo socio-emocional, dándole prioridad a los números y a las letras. Luego vimos con tristeza, que estábamos generando seres muy “capaces” racionalmente, pero totalmente incapaces de controlar sus estados emocionales, y como estos los sobrepasaban a tal grado de impedirles realizar sus actividades cotidianas, o un incremento de la taza del suicidio, o de la violencia física y emocional.

Entonces llegaron los padres de familia que se fueron al extremo contrario, totalmente irresponsables y negados a ejercer su paternidad, y que con la consigna de que “son niños”, les permitieron hacer lo que quisieron, los consintieron y/o los sobreprotegieron.

¿Qué obtuvimos? Lo mismo, seres humanos incapaces de ser empáticos, intolerantes a la frustración y agresivos con todos aquellos que forman parte de su contexto, incluidos los maestros y maestras.

Y todo esto, es solo una pequeña radiografía, de la realidad tan cruda en la que vivimos.

Enfocarnos única y exclusivamente, como padres de familia, maestros y como sociedad; en revisar la mochila, es como un curita en una herida. Es necesario curarla y sanarla de raíz, hacer un análisis y ver cuál es el papel de todos en esta tragedia, qué hicimos o dejamos de hacer como sociedad. Yo me pregunto, ¿dónde quedó la autoridad del maestro?, ¿qué más tiene que pasar, para que los docentes vuelvan a ser guías y líderes, y no presas de sus alumnos o padres de familia?

Son muchos los factores, son diversas las situaciones y muy complejas, pero podemos empezar con detectar nuestras áreas de oportunidad para tratar de subsanarlas y no seguir cometiendo los mismos errores. Ser un buen ciudadano, no nos cuesta y habla mucho de quienes somos.

El reconocimiento de nuestras emociones, así como el trabajo y canalización de ellas, es un proceso largo, pero los resultados son maravillosos y con efectos de por vida.

Al igual que la paz, que es lo que nos debería interesar a todos, en todas partes. El trabajo o la educación por competencias, nos ha enseñado a que quien es el más competente es quien es el mejor, pero, como pretendemos generar paz, si no educamos para ello, si generamos rivalidad, no procuramos el trabajo en equipo y con esto favorecemos la individualidad mal ejercida y, por ende, una falta de empatía, cooperación y solidaridad más que evidentes.

Los invitos a que hagamos un análisis de lo que cada uno de nosotros, estamos aportando a nuestro entorno, ya sea de manera negativa o positiva; así como los efectos y consecuencias que ha causado nuestro actuar.

Me despido dejándoles esta frase, que me parce muy a tono con la situación de inseguridad que estamos viviendo.

 

“Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios, unos con otros, ese día estaremos educando para la paz.”

-Maria Montessori

 

Y para qué son las alas, sino más que para volar…

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