POR: GUILLERMO OROZCO R.
* El Partido de la Revolución Democrática surgió en 1989 gracias al registro que ostentaron alguna vez el Partido Comunista Mexicano, el Partido Socialista Unificado de México y el Partido Mexicano Socialista
Apenas terminado el proceso armado de la Revolución Mexicana, un grupo de mexicanos sensibilizados por las luchas sociales habidas en el país desde las huelgas de Cananea (1906) y Río Blanco (1907), y por el triunfo de la Revolución Rusa de fines de 1917, decidieron fundar el 24 de noviembre de 1919 el Partido Comunista Mexicano, que al paso del tiempo se convirtió en la formación política más importante de la izquierda nacional en el siglo XX. La Historia del Comunismo en México tiene el mérito de ser la primera historia del PCM que abarcó 62 años de existencia.
En la fundación del PCM participaron varios extranjeros exiliados en el país (destacando el hindú Manabendra Nath Roy, y los norteamericanos José Allen y Charles Philips), así como los mexicanos José C. Valadés, Francisco J. Múgica, Felipe Carrillo Puerto, Manuel Díaz Ramírez, Gerónimo Calvo, entre otros simpatizantes del Rojo Octubre ruso. Una de las primeras decisiones del organismo fue integrarse a la Internacional Comunista (formada también en 1919) y asistir al Congreso realizado en 1920 por ésta, en la recién surgida Unión Soviética (URSS).
La conmemoración del centenario de la formación del Partido Comunista Mexicano (PCM,), es una inmejorable oportunidad para echar una mirada a una agrupación política que acompañó de forma activa el laborioso camino de México rumbo a la democracia.
Para las generaciones más recientes el término comunista suele estar asociado a episodios como la demolición del Muro de Berlín o la disolución de la Unión Soviética, que a finales del siglo pasado marcaron el desplome de un modelo económico-social que durante ocho décadas se presentó como alternativa al capitalismo, y que generó en todo el mundo diversas esperanzas de cambio para las mayorías. A partir del 6 de noviembre de 1981, por decisión de su XX y último congreso dejaba de existir el Partido Comunista Mexicano. Sus miembros se fusionaban con otras fuerzas de izquierda, para constituir una nueva organización: el Partido Socialista Unificado de México. Posteriormente se convierte en Partido Mexicano Socialista (1988), y al final de este último y por urgencia y necesidad se forma el Partido de la Revolución Democrática (1989). Lástima que se dilapidó este registro –comenta Alejandro Encinas.
Con la disolución del Partido Comunista transformado en Socialista Unificado y el aglutinamiento de otros de la misma tendencia, la izquierda mexicana dejaba atrás décadas de marxismo-leninismo, así como las metas de la dictadura del proletariado cuya fuerza se había debilitado con la desaparición del bloque socialista y de los polos que dominaron la lucha política e ideológica en el mundo en los años de la guerra fría. Las propuestas de la nueva izquierda, como ha ocurrido en Europa y en otras partes del mundo, debían ser la oposición al avance incontenible del neoliberalismo y los excesos de la economía de mercado y la globalización para dar a la nueva realidad de la economía y la política mundial un verdadero carácter social, en el que se conjugaran el mercado y el Estado para un desarrollo con justicia social.
Minoritario, clandestino, hostigado y reprimido por los distintos gobiernos que se sucedieron al término de la Revolución Mexicana, el PCM fue un importante referente para la izquierda y los grupos progresistas que en México se opusieron al régimen de partido único, buscando la equidad social y mejores condiciones de vida para los trabajadores. En esa desigual contienda, los comunistas mexicanos utilizaron los métodos más diversos de lucha: desde la vía armada hasta la cultural, que fue la que precisamente le dio sus mayores logros. Pensadores, escritores, poetas, pintores, muralistas y artistas gráficos apoyaron y promovieron las luchas campesinas, obreras y estudiantiles, compensando la debilidad numérica del partido con la trascendencia de su producción estética.
Sin renegar de la vía democrática el PCM participó al menos en cinco elecciones presidenciales (1929, 1934, 1952, 1964 y 1976), aunque en dos de ellas ni siquiera contaba con registro. Valentín Campa enfrentó en esta última elección al priista José López Portillo y logró más de un millón de votos. Su principal vía de acción fue la participación –en diversos grados y proporciones– en movimientos sociales, obreros, campesinos y estudiantiles.
En un gesto generoso el PMS le cede el registro al Partido de la Revolución Democrática hace 30 años, el PRD reunió en su fundación a las organizaciones y corrientes de la izquierda mexicana, se abría el camino para la formación de una fuerza moderna que con ese signo en diversas partes del mundo representaba opciones para el desarrollo de los países en la democracia.
Así nació el Partido de la Revolución Democrática en el que participaban lo mismo miembros progresistas del Partido Revolucionario Institucional que dirigentes de partidos y organizaciones de la izquierda tradicional, en una convergencia hacia la integración de una corriente basada en la modernidad y la realidad del mundo actual, una izquierda civilizada con propuestas practicables de carácter eminentemente social.
El PRD a 30 años de existencia vive o sobrevive en una situación de extremo decaimiento, cercano a su extinción y muy lejanas las expectativas que generó en el momento de su aparición, navega sin rumbo en un mar de ignominia y desprestigio.
Las razones fundamentales de su situación actual no son, como podría pensarse, las luchas intestinas entre las llamadas tribus en disputa por el poder. El problema del PRD es la pérdida de su identidad de izquierda y un pragmatismo que lo llevaron al total desprestigio, especialmente al firmar el pacto por México al inicio del sexenio de Peña Nieto.
Sus vaivenes y pérdida de brújula lo han llevado a transformarse de haber sido un partido de izquierda, a un apéndice de la derecha encabezada por el PAN, debido a la ambición de una de las tribus, (la de los chuchos), el PRD está condenado a una pronta desaparición. De no haber dado esos bandazos el PRD sería en estos momentos el partido en el gobierno.
Se lleva de paso en esa estrepitosa caída toda una gran historia de mística y conciencia revolucionaria de los que creyeron alguna vez en ese organismo político y de paso entierra la historia del Partido Comunista Mexicano, del Partido Socialista Unificado de México y del Partido Mexicano Socialista que generosamente le cedió su registro.
Guillermo Orozco Rodríguez.- Diciembre 9 de 2019.