LA IRRUPCIÓN DE MORENA Y LA DEGRADACIÓN DE LA POLÍTICA EN MÉXICO
Si de por sí, con los partidos existentes, antes de la irrupción de Morena en el plano Nacional, el nivel político de militantes y personajes que asumieron cargos de elección popular en todos los niveles, era desastrosa, hoy, con Morena como partido hegemónico, los niveles de desempeño, participación y toma de decisiones, es, por decir lo menos, una vergüenza.
Así lo he constatado, con el comportamiento absurdo de los legisladores de Morena, que no tienen ningún recato, a la hora de que el Presidente les manda por consigna, aprobar tal o cual Ley o legitimara a un personaje impresentable, para presidir algún órgano autónomo, como fue el caso de Rosario Piedra, que siendo funcionaria de Morena, fue impuesta para presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, entre otras joyas de la sumisión al poder presidencial.
Por otro lado, los costos de la improvisación, con tal de lograr que AMLO asumiera la Presidencia, han sido demasiado elevados.
Morena, como lo he comentado hasta el cansancio, no es un partido en el sentido estricto de la palabra, Morena es una amalgama amorfa, que incluyó, en su seno, a todo tipo de personajes y personas, los más, impresentables. Y ahora, se están viviendo las consecuencias, porque la base sobre la que se construyó el partido del Presidente, fue, el casi desaparecido, Partido de la Revolución Democrática (PRD). Con sus tribus, con sus enfrentamientos encarnizados, sus dogmas y sus ansias de poder.
Y ahí siguen los dirigentes, enfrentados y estancados en una pugna por el control, del mal llamado, partido Morena.
Los y las tramposas de siempre, se quieren perpetuar en el poder; o luchan por dinamitar a la dirigencia.
No me explico, cómo Morena, se ha erigido en partido en tan pocos meses, si no cuenta con un padrón de militantes, que es el requisito indispensable, para el INE le extendiera el registro. Pero, pudiera explicarse esta pifia, al dar entrada, una vez pasada las elecciones, a miles de personas que votaron por AMLO, pero de una forma tan desordenada y sin considerar trayectorias o antecedentes, lo que tiene fuera de control al Partido y a las tribus haciendo trampas para ganar el máximo de simpatizantes para su causa. Y, es que, están en juego, cientos de millones de pesos de prerrogativas, pues, aunque AMLO, pregone la austeridad, ésta, se está llevando a cabo, en los bueyes de sus compadres. Un jugoso presupuesto, el más alto en la historia, para un solo partido político.
Pero lo más grave, fue la irrupción de las tribus, tal y cómo estaban divididas en el PRD, quienes mantuvieron sus pleitos y diferencias, por el mismo motivo que ahora en Morena, lo que ha vuelto ingobernables a los líderes y camarillas, quienes se han encargado de incorporar a personas de todo tipo, para influir en las decisiones al interior del partido.
Esta es la gran tragedia que tiene secuestrado a Morena y sin visos de solución -de no intervenir directamente Andrés Manuel para disciplinarlos-, lo que les costaría, llegar a las elecciones intermedias, sumamente desgastados y debilitados. Porque ya conocemos los pleitos irreconciliables de los ex perredistas, que son capaces de preferir que Morena desaparezca, antes de dar su brazo a torcer.
Así que, las pugnas están a la orden del día, pues, de nueva cuenta, se declaró, que se aplaza el Congreso para definir el método de elección de la dirigencia; dicen que para Enero, pero, yo pienso, que será hasta después de las elecciones que van a tener dos estados de la República (entre ellos Coahuila). Veremos y diremos
P.D.
El domingo, primero de Diciembre, Andrés Manuel López Obrador cumplió un año en el poder. Su gobierno ha generado sensaciones extremas en la ciudadanía: el Presidente y sus colaboradores pasaron de concitar euforia masiva y expectativas generalizadas, a suscitar un estado de dubitación perenne y reproche creciente.
¿Qué dicen los números de López Obrador, hacia dónde van? Veamos algunos datos...
—De acuerdo con la encuesta más reciente de El Universal, publicada hace unos días, 58.7% de la gente aprueba la forma en que se desempeña como presidente. Solo 22.9% lo desaprueba. Hay todavía una distancia enorme (35.8 puntos porcentuales) entre quienes lo sostienen y entre quienes lo reprueban. No parece factible que en el corto plazo estos dos grupos se crucen. A estas alturas del gobierno de Peña Nieto ya había un empate entre ambos bandos: 50% de la población lo respaldaba, pero 49% lo desacreditaba, según Consulta Mitofsky.
—Desde que López Obrador tuvo un impresionante 79.4% de aprobación en marzo de este año, cuando prácticamente ocho de cada 10 mexicanos lo consentían, su caída ha sido de veinte puntos (20.7). Si su descenso continúa con ese ritmo (disminución de 2.5 puntos por mes), en cinco meses estará por debajo de 50%, con alrededor de 46% de aprobación.