POR: AGENTE 57
ARRANCAMOS… LA PRIMERA REVOLUCIÓN (1911) conmemoramos la Revolución Mexicana cada 20 de noviembre, porque en ese día convocó Madero a los mexicanos a levantarse en armas contra el gobierno de Díaz. El 20 de noviembre de 1910, a las 6 de la tarde, para ser precisos. Sin embargo, como es imaginable, ese día no pasó nada. Un par de días antes, en Puebla, los hermanos Serdán fueron atacados por la policía estatal, en previsión de que se adhirieran al llamamiento de Madero. Los Serdán esperaban el apoyo de los obreros de Orizaba que se suponía se sumarían al levantamiento. Los obreros no llegaron ese día ni ningún otro y sólo participarían en la Revolución como propagandistas sindicales varios años después. Así empezó la Revolución: ese día de la cita pocos intentaron hacer algo y ninguno logró nada. Era un movimiento desarticulado que enfrentaba a una polícia política razonablemente efectiva para responder a este tipo de problemas. El mismo Madero, que se encontraba en San Antonio, Texas, no pudo llegar a Coahuila a tiempo para encontrarse con sus fuerzas leales. Cuando finalmente las localiza, eran apenas diez hombres. Así que mejor se regresó al otro lado, a esperar un mejor momento para enfrentarse a don Porfirio. La Revolución maderista hacia fines de marzo de 1911, consiste en una amplia variedad de rebeliones locales, mal armadas, que no tienen la capacidad de derrotar al ejército porfirista en campo abierto, pero que puedan desarrollar una efectiva guerra de guerrillas, si bien en un territorio muy limitado. Estos movimientos son esencialmente rurales, en contra de lo que Madero esperaba cuando lanzó el Plan de San Luis, dirigido más bien a los clubes políticos urbanos que lo habían apoyado en su campaña electoral contra Porfirio. Los levantamientos rurales no son sólo inusitados para Madero, sino imcomprensibles e incontrolables. El gobierno de Díaz ya había intentado resolver políticamente el conflicto. Miguel Ahumada es nombrado gobernador de Chihuahua y sustituye a Alberto Terrazas en enero, pero el cambio no tiene efecto en los rebeldes. En marzo hay cambios de gobernador en varios estados e incluso el gabinete presidencial es sacudido: se separa a varios científicos y hasta al vicepresidente Corral. En esos mismos días, Limantour inicia negociaciones con la familia Madero y con Vázquez Gómez. A fines de abril empieza el diálogo formal en El Paso, que pronto se orienta a solicitar la renuncia de Díaz; éste rechaza el 7 de mayo. Las negociaciones se suspenden y Madero ordena a sus levantados dejar Juárez y desplazarse hacia Chihuahua. Como una señal de lo que vendría en los siguientes meses, los alzados ignoran las órdenes de Madero y atacan Ciudad Juárez, que caeel 10 de mayo. Madero instala Juárez su gobierno y reanuda las negociaciones con el gobierno de Díaz. Incapaz de resistir la presión política y enfermo, don Porfirio acepta renunciar. El 21 de mayo de 1911, a las 10 de noche, en el edificio de aduanas de Ciudada Juárez, iluminados por los faros de los automóviles, los representantes de ambas partes firman el tratado que da fin al Porfiriato. Las circunstancias de la derrota de Porfirio Dìaz son muy particulares y serán determinantes en lo que ocurrió en los meses siguientes. Los responsables de su caída son los rebeldes chihuahenses y, en mucho menor medida, los levantados en abril y mayo en todo el país. Pero el líder nominal de este rebelión, Francisco I. Madero, no los conoce ni los entiende y ellos tampoco hacen caso de su líder. La revolución que Madero buscaba en realidad nunca ocurrió. Su llamado era a las ciudades, a los obreros, pero quienes se levantaron en armas fueron serranos, como los llama Knight. El Tratado de Juárez refleja esta perspectiva de Madero, que decide mantener buena parte del régimen porfirista funcionando y desplazar sólo a Díaz y a los científicos. Tanto el gobierno de transición, presidido por De la Barra, como el gobierno electo de Madero, mantuvieron todas las estructuras existentes en el Porfiriato, e incluso a las personas. Con De la Barra, no hubo maderistas en el gobierno. El único que podría considerarse como tal, Vázquez Gómez, ya había iniciado su distanciamiento del líder. Además de él, estaban dos familiares de don Francisco, Ernesto Madero, sólo él y Abraham González habían participado en la rebelión. No hubo espacio en el gobierno para los rebeldes. Lo más que pudieron lograr fue un lugar en la polícia rural, que fue el espacio al que se destinaron los levantados que lograron mantener sus armas. Los demás fueron licenciados. El Tratado de Juárez ha sido muy criticado y se culpa a Madero de haber cavado con él su tumba. Pero no había muchas opciones, como hemos visto. Madero había pasado, prácticamente sin darse cuenta, de autor de un libro mediado a líder del reyismo y de ahí a responsable de una rebelión nacional, fundamentalmente sustentada en vaqueros chihuahuenses a los que don Panchito apenas conocía. Así, en el triunfo, Madero se rodea de los grupos reyistas, y deja colgados a los rebeldes verdaderos. No es de extrañar, entonces, que los mismos que ayudaron a Madero a expulsar Díaz fueran los que se levantan contra él. Apenas llevaba dos semanas de presidente cuando Zapata lanza el Plan de Ayala, el de Tierra y Libertad. No es contra Porfirio Díaz que se lanza el grito de guerra, sino contra don Francisco I. Madero. Pocos meses después, el 3 de marzo de 1912, Pascual Orozco, el héroe de la revuelta contra Díaz, se rebela en Chihuahua. Todos los líderes del estado, con la excepción de Pancho Villa, se unen a Orozco quien lanza su plan el 25 de marzo. Se trata de un plan más amplio, tanto en extensión como en intención, que el maderista. Pero Pascual Orozco ha pasado a la historia., en el mejor de los casos, ignorado, y en el peor, como traidor a la Revolución. Continuará…