Torreon, Coah.
Edición:
06-May-2024
Año
21
Número:
903
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LA REVOLUCIÓN MEXICANA; EL VIEJO RÉGIMEN DEL PORFIRIATO / 722


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Por:
JuanMartinez
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09-11-2019
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Edición:

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POR: JUAN MARTÍNEZ VELOZ

juanmartinez_veloz@yahoo.com

Porfirio Díaz controló el país por más de treinta años, 1877 a 1911, con la única interrupción de 1880-84 en que gobernó su compadre Manuel González. Se hizo elegir por seis periodos presidenciales (1880, 1892,1896, 1900, 1904 y 1910) por la vía de elección indirecta de  primer grado que autorizaba la Constitución de 1857.

A grupo de colaboradores  que lo acompaño en el poder durante la mayoría de sus periodos de gobierno se le llamó “Partido de los Científicos”, a cuya cabeza figuró el ministro de Hacienda José Y. Limantour.

Señala el Diccionario Enciclopédico de México que “Es posible que el origen del término se encuentre en una sentencia de Justo Sierra, según la cual el gobierno debería  estar formado por hombres de ciencia. (...) Aun cuando muchos autores niegan que el Partido Científico haya existido como tal, Andrés Molina Enríquez en su libro  La Revolución Agraria en México, lo da por cierto y remonta su origen a la época que Manuel Romero Rubio llegó a la Secretaría de Gobernación. Por su parte Limantour afirma en sus apuntes que el grupo motejado como los científicos era una reminiscencia de la Unión Liberal, agrupación surgida en 1892 para dotar de una nueva plataforma política a Porfirio Díaz”.

Durante la mayoría de años en el poder del general oaxaqueño no se tiene noticia de la existencia de partidos políticos, ya que la dictadura porfirista acabó con las libertades públicas y el civismo de los ciudadanos que en forma incipiente habían surgido en nuestro país a mediados del siglo XIX.

Sobre esta dura etapa para la democracia en la historia nacional, opina Vicente Lombardo Toledano:

“Respecto a la vida social, el Porfirismo anuló los derechos de la persona humana; convirtió a los peones de las haciendas en esclavos; negó a los obreros el derecho de asociarse, el derecho penal consideraba a las huelgas como delitos contra la libertad del comercio y la industria.

El panorama político era semejante al social. Los partidos políticos estaban prohibidos; los partidos independientes trabajaban en la clandestinidad; los ciudadanos no participaban en las elecciones; los puestos de elección popular eran cubiertos por el dictador, nombrando a quienes debían desempeñaros. No había libertad de imprenta. Se instauró la pena de confinamiento para los inconformes con el régimen, en lugares insalubres como el Valle Nacional Quintana Roo y otros. Se establecieron prisiones políticas, como la de San Juan de Ulúa. La leva era el medio para abastecer las filas del ejército”.

 De los pocos partidos que se tiene conocimiento que se formaron durante el “Porfirismo” destaca el Partido Liberal Mexicano de los hermanos  Enrique y Ricardo Flores Magón que se fundó en septiembre de 1905 en San Louis Missouri. Sus antecedentes se remontan hacia 1900 con la publicación del periódico Regeneración y el Hijo del Ahuizote y la asamblea preparatoria realizada en San Luís Potosí el 5 de febrero de 1901. Tuvo una participación activa en las huelgas de Cananea Sonora, Río Blanco Veracruz, Pedriceña y Velardeña Durango. Sus líderes fueron constantemente perseguidos por las autoridades porfiristas, los gobiernos de Estados Unidos y no tuvo una participación electoral efectiva.

Sin embargo, a pesar de no tener una intervención electoral cierta, el Partido Liberal y el periódico Regeneración son los que desde 1903 lanzaron las primeras consignas anti reeleccionistas contra Porfirio Díaz y el programa del Partido Liberal fue la plataforma de reivindicaciones que formuló el contenido social del proceso revolucionario 1910-17 e inspiró los principios fundamentales de la Constitución de 1917.

En 1908, el presidente Díaz, después de la entrevista con periodista norteamericano James Creelman para el Pearson´s Megazine anunció una supuesta apertura a la vida política del país y la libertad para formar partidos de oposición y expresó en esa ocasión al periodista:

“Daré la bienvenida a un partido de oposición en la República Mexicana. Si aparece lo veré como una bendición, no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar, sino para gobernar, estaré a su lado, lo ayudaré, lo aconsejaré, y me olvidaré de mí mismo, en la feliz inauguración de un gobierno completamente democrático en mi patria”.

No obstante a la anterior manifestación verbal de Díaz, ello no impediría que el anciano gobernante se reeligiera por sexta vez en 1910, apoyado por el Partido Reeleccionista, formado ex-profeso para la reelección en 1909 por amigo cercanos al dictador. Por esa época se formó también una incipiente organización del general Bernardo Reyes que no llegó a desarrollarse, el Partido Nacionalista Democrático en virtud de haber apoyado la formula Díaz –Corral en las elecciones de 1910.

En el mismo año de la entrevista de Díaz-Creelman, Francisco I. Madero publicó en San Pedro de las Colonias, Coahuila su libro “La Sucesión Presidencial” en donde llamaba a la formación de un partido político de oposición y en mayo de 1909 formó en la capital del país el Centro Anti reeleccionista de México, iniciando así el movimiento revolucionario para derrocar al régimen porfirista.

Es en este contexto que se realizan las elecciones presidenciales  el 26 de junio de 1910 en la cual  Porfirio Díaz es reelecto por sexta vez (estando en la cárcel su contrincante Madero), obteniendo mediante el sistema de votación indirecta que autorizaba en ese entonces la Constitución de 1857 el 93.93% de los votos (18,625) mientras que a Francisco I. Madero y a su compañero de fórmula Francisco Vázquez Gómez (vicepresidente) solo se le reconoce el 1.4%  de los sufragios (196).

El día  de los comicios había soldados y rurales por todas partes. Algunas casillas electorales se instalaron aquí y allá y se llevó a cabo una farsa de elecciones. Los soldados vigilaban las casillas y cualquiera que se atreviera a votar por candidatos que no fueran gubernamentales sabía que se arriesgaba a encarcelamiento, a la confiscación de sus propiedades y aun a la muerte. Por último, el gobierno cumplió con la formalidad de contar los votos y a su debido tiempo se anunció al mundo que el pueblo mexicano había elegido a Díaz y a Corral prácticamente por unanimidad.

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