Una familia torreonense tuvo que enfrentar los abusos y la sordera, tanto de la policía municipal, como la del inepto alcalde, Horacio (ra)Piña.
Resulta que el 19 de septiembre, El joven Ernesto Alejandro Ortega, acudió a la ciudad de Matamoros en busca de una persona que le recomendaron para que le reparara su teléfono. Cuando se encontraba en el establecimiento, arribaron elementos de la policía investigadora, con el argumento de que ahí se traficaba con teléfonos y mercancía robada. Los elementos Alberto Ernesto Alejandro opuso resistencia a su detención y al comprobar que su teléfono no era robado, decidieron remitirlo a seguridad pública del municipio. Una vez ahí, le pidieron que pusiera sobre el mostrador todas las pertenencias que traía, y así lo hizo. El tipo que lo recibió fue anotando en una boleta de resguardo las pertenencias que iba depositando. Antes de terminar el funcionario se percató de que el joven traía una cadena en el cuello y le ordenó que también la depositara junto con los otros objetos.
El padre del joven de nombre Ernesto Ortega fue avisado del arresto de su hijo al día siguiente, por lo que se trasladó a Matamoros para pagar una multa de $884, por los supuestos cargos de insultos y amenazas a la autoridad.
Una vez cubierta esa cantidad y cuando le dieron salida al joven, al entregarle sus pertenencias, noto que faltaba la cadena y un dije de oro, por lo que el padre exigió que se le devolviera. Al negarse el funcionario a devolverle esas prendas, pidió hablar con un superior, pero le dijeron que regresara después. El señor Ortega pudo localizar al alcalde Horacio rapiña, quién le recomendó que hablarán con el jefe del área de asuntos internos de la corporación sin que tampoco resolviera nada y después de andar dando vuelta y vuelta, el padre del muchacho pidió hablar con el director de la corporación, Jesús Leija, acudiendo a una cita que le programaron para el miércoles, pero nunca fue recibido por Leija, sino que lo recibió una empleada de la oficina quién le pidió su número de teléfono diciéndole que después le llamarían.
Así es como se las gastan en este municipio sin ley, administrado por un ignorante de la política y de la Administración pública, por un improvisado, que sólo ha puesto en el ojo del huracán a este municipio que ya había superado los calificativos con que se le conocía y se le llamaba: Matamoros de los balazos.
Ya casi dos meses de la tragedia sufrida por un trabajador de la perrera municipal que se electrocutó por la falta de condiciones para realizar el trabajo, que dicho sea de paso, un trabajo que está totalmente fuera de la norma, puesto que en Matamoros, sacrifican a los perros que caen en la perrera municipal mediante descargas eléctricas. Hecho que viola la norma por la falta de interés la abulia y la apatía del ignorante Horacio rapiña.