POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.
“Era el 18 de abril de 1975 en Monterrey, entre las 20 y las 20:30 horas, en la calle Arteaga, esquina con Félix U. Gómez, Jesús Piedra Ibarra esperaba el transporte urbano sin saber que estaba rodeado y acechado por policías y soldados que se abalanzaron sobre él para detenerlo”, explicó la Rosario Ibarra de Piedra. Después, continúa Doña Rosario, “Atado de pies y manos fue llevado a las instalaciones de la Dirección Federal de Seguridad en la ciudad y de ahí a un rancho en Higueras, donde fue torturado y después trasladado al Campo Militar número 1”. “Ahí lo dejaron en las manos criminales de Miguel Nazar Haro y Luis de la Barreda Moreno”, puntualizó. Eran los tiempos de la llamada “Guerra sucia”, eufemismo con el que se hacía referencia a los métodos criminales que seguían las corporaciones policíacas y militares mexicanas para combatir la disidencia en los años setenta del siglo pasado.
El testimonio de Doña Rosario se parece a los de muchos mexicanos a quienes les han secuestrado algún ser querido sin volver a tener información sobre su paradero. Testimonios que, como en el caso de Doña Rosario, evidencian la participación, directa o indirecta, de policías o militares. Desde aquél lejano 1975 Rosario Ibarra de Piedra busca a su hijo. Para ello encabezó un grupo de familiares, sobre todo madres, de desaparecidos. Ese colectivo que al principio se conoció como “Las Doñas” pronto se convirtió en el Comité Eureka Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México.
Han transcurrido más de cuarenta años desde la desaparición de Jesús Piedra y no hay el menor indicio sobre su paradero, sin embargo, Rosario Ibarra con el Comité Eureka lo sigue buscando, a él y a cientos más que desaparecieron durante la “Guerra sucia” y en el transcurso de la “Guerra contra el narcotráfico” iniciada por Felipe Calderón. Búsqueda que no ha sido del todo infructuosa ya que han encontrado a más de 150 desaparecidos.
Por todo lo anterior, el Senado mexicano ha determinado, por unanimidad, que María del Rosario Ibarra de Piedra reciba la medalla Belisario Domínguez como un justo reconocimiento a su lucha por la localización de los desaparecidos y, en general, por el respeto a los derechos humanos en nuestro país.
Nacida en Saltillo, Rosario Ibarra ha sido postulada cuatro veces al Premio Nobel de la Paz, dos veces ha sido candidata a la presidencia de la República y ha sido legisladora, aunque su participación política más importante tiene que ver con la búsqueda de desaparecidos. Desde el Comité Eureka, Rosario documentó la participación del Estado en la desaparición de personas de las que nunca se volvió a tener información, demostró el uso de personal instalaciones policiacas y militares para torturar disidentes y rescató a personas que, sin orden de aprehensión y sin respeto al debido proceso, habían sido privadas de la libertad.
Con su lucha logró una Ley de Amnistía que, en tiempos de José López Portillo, permitió que muchos disidentes detenidos en diversas cárceles obtuvieran su libertad, aunque nunca ha logrado averiguar el paradero de su hijo. Cómo el caso de los actuales Colectivos de Familiares de Desaparecidos, las mujeres agrupadas en el Comité Eureka, Las Doñas, evolucionaron y terminaron convirtiéndose en madres buscadoras de todos los desaparecidos, independientemente de que tuvieran o no un vínculo familiar con ellos.
El reconocimiento será entregado el 23 de este mes, y con ello se visibiliza y se honra la lucha de este tipo de organizaciones por generar y consolidar una cultura de respeto a los derechos humanos en México.