POR: AGENTE 57
ARRANCAMOS… (2 DE 2) las negociaciones para la unidad se habían iniciado entre el PC y el Partido Mexicano de los Trabajadores, PMT, dirigido por Heberto Castillo. Sin embargo, este partido ya no se incorporó al PSUM, y participó por su cuenta en la elección de 1985. Después de esa elección, el PSUM, el PMT y tres grupos más de izquierda se fusionaron en el Partido Mexicano Socialista, PMS, fundado en 1987. Los terremotos de 1985 en la ciudad de México dieron un impulso adicional a los movimientos populares, ahora agrupados en torno a la reconstrucción, pero también, en el principio, alejados de los partidos políticos. En lo general, los terremotos crearon la visión de una sociedad civil capaz de organizarse frente a un gobierno ya totalmente inútil. La izquierda mexicana sufría entonces, hacia mediados de los ochenta, de una dispersión monumental. Aunque los partidos se habían fusionado hasta construir el PMS en 1987, no había una conexión clara ni con el sindicalismo de izquierda ni con el movimiento urbano popular. En consecuencia, el PMS no aspiraba a ganar la elección de 1988, sino a hacer un mejor papel que en las dos anteriores, en que había sumado cerca de 10% de voto entre todos los partidos. Con esta perspectiva, Heberto Castillo, elegido candidato del PMS se negaba a renunciar a su candidatura y a buscar una alianza con Cuauhtémoc Cárdenas. En abril de 1986, el rector de la UNAM, Jorge Carpizo, publicó un documento llamado <<Fortaleza y debilidad de la UNAM>>, en donde hacía una crítica de la manera en que la Universidad funcionaba, en la esfera tanto académica como financiera. Entre otras cuestiones, se sugería la actualización de las cuotas pagadas por los estudiantes y el retiro del pase automático de las preparatorias. En el contexto político del momento, el documento disparó un movimiento estudiantil en contra, muy influido por académicos de izquierda, que paraliza la Universidad hacia fines del año. El liderazgo de la huelga se constituye, a semejanza de 1968, en un consejo, llamado estudiantil universitario, CEU, en el que destacan algunos jóvenes, varios de ellos egresados del Colegio Madrid, descendientes de algunos de los más notorios inmigrantes españoles de tiempos de Lázaro Cárdenas. El movimiento estudiantil derrota la propuesta de Carpizo y en abril de 1987 la Universidad regresa a clases con el compromiso de la celebración de un Consejo Universitario que analizaría las propuestas de toda la comunidad. En los hechos, esto sirvió para que los estudiantes siguieran movilizados hasta las campañas electorales de 1988, cuando la dirigencia del CEU se transforma en el Movimiento al Socialismo (MAS) y decide apoyar a Cuahutémoc Cárdenas. El MAS organizó un acto de campaña en la UNAM para Cárdenas que fue decisivo en la renuncia de Castillo. No fue el primer acto masivo: ya que en La Laguna se había mostrado la gratitud del pueblo hacia el hijo de quien les dio la tierra, pero el acto de la UNAM, a un mes de las elecciones, no le dejaba ninguna salida a Heberto, quien renunció en favor de Cárdenas. De esta manera Cuauhtémoc llegó a la elección apoyado, además de por el PMS, por el PPS, el PARM y el PST que ya entonces había cambiado su nombre a Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, cuyas siglas, PFCRN, le ganaron el mote del Ferrocarril. La suma de todos estos partidos se conocería como Frente Democrático Nacional, FDN. Parece fácil percibir, en este proceso de construcción del FDN, similitudes con la forma en que en general Cárdenas de hizo de poder a inicios de los treinta. Movimientos populares que parecen surgir espontáneamente, pero que después se decantan por el gran caudillo; desplazamiento de las figuras que compiten; subordinación de quienes continúan. De esto acusarían a Cárdenas muchos grupos de los años siguientes. En 1989, una gran parte del Frente Democrático Nacional fundaría el Partido de la Revolución Democrático, que utilizaría el registro del PMS. De acuerdo con Barry Carr, el resultado de la elección es prueba de que el <<nacionalismo revolucionario>> en sus versiones cardenista y lombardista es la única corriente y vital dentro de la tradición socialista mexicana, y ciertamente la única corriente capaz de movilizar generaciones sucesivas de estudiantes, profesionales y trabajadores calificados. Si tal es el caso, por lo menos a corto plazo, el ascenso del neocardenismo implica un repudio a los intentos por establecer una clara separación entre la agenda socialista y la ideología de la Revolución Mexicana. Y así ha ocurrido, desde la fundación del PRD, que más que un partido de izquierda ha mostrado ser el espacio desde el cual el nacionalismo revolucionario, y las prácticas políticas cardenistas, han intentado sobrevivir.
MI VERDAD.- al parecer MORENA va por el mismo camino. NLDM