POR: AGENTE 57
ARRANCAMOS JOSEPH FOUCHÉ no cabe duda de que la vida de Joseph Fouché está llena de contrastes y contradicciones aparentes, debido a que siempre tuvo en mente el estar al lado de quienes ostentaban el poder, de servirse de él, e incluso ser el único que lo tenga o quien lo ejerza con mayor dureza o sutileza. Este personaje surgido públicamente de la Revolución Francesa no piense en el futuro, vive el presente con pasión y maestría, sin importarle las consecuencias de sus actos, pero es tan hábil, tan inteligente, que casi siempre sale victorioso, incluso contra personajes que la historia reconoce como grandes, tales como Maximilien de Robespierre, Luis XVI, Luis XVIII, Napoleón Bonaparte, Lazare Carnot, Paul, el vizconde de Barras, Louis Antoine León de Saint-Just y otros más. Pero no pudo contra la inteligencia, astucia y refinamiento de un ex sacerdote y mujeriego aristócrata, quien fue su enemigo más distinguido y refinado: Charles-Maurice Talleyrand-Perigord, príncipe de Benevento. Los dos se ayudaron cuando les convino, se combatieron cuando no coincidieron en sus intereses personales y de poder y nunca en aras de alguna acción de beneficio colectivo. Fouché es uno de esos personajes que la Historia Universal casi ha eliminado de sus páginas, ignorando la importancia que tuvo en su tiempo, ya que sin él no pueden concebirse matanzas como la de Brotteaux, que le valió el título de Asesino de Lyón, los agravios a símbolos religiosos cristianos y a todo lo que no fuera republicano y revolucionario. Joseph Fouché pasa a la historia también, por ser el primero en escribir un manifiesto comunista, adelantándose a Carlos Marx, Federico Engles y Vladimir Lenin. Fue un radical y comunista, por lo que al final de su vida se convierte en multimillonario, en el duque de Otranto y humilde servidor de Dios y del rey Luis XVIII, podría decirse a su favor, que salvó a la misma Francia de una invasión inglesa cuando Napoleón estaba ausente del país; también fue el sabor meloso del poder el que lo orilló a enfrentarse a quien fuera, incluso al mismo general y emperador Bonaparte, a quien derrota en dos ocasiones, lo cual lo lleva a creer que “el poder es él y no que él representa el poder”. Sufrió el mismo mal que Napoleón, de pensar que “siempre estarán en la cúspide y que jamás caerán”. Pero finalmente el tiempo siempre se encarga de colocar a cada quien en su lugar y a veces hasta se excede, ya que la mayoría de la gente común desconoce quién fue Joseph Fouché en la historia de Francia y Universal, cuando existen tantos para recordarlo, como por ejemplo: El Asesino de Lyón, el primer comunista declarado del mundo, el padre del espionaje político moderno y el más ferviente defensor de sí mismo ante cualquier circunstancia, aun después de muerto. Sin duda, Joseph Fouché es un “Grande” de la conspiración, intriga y traición. Para 1792, poco antes de cumplir 33 años, Joseph Fouché es elegido diputado de la Convención, y por un tiempo ocultará sus tendencias burguesas y eclesiásticas para mostrar el distintivo revolucionario, porque así conviene a sus intereses y convicciones políticas. Y es que Joseph, aparte de no poseer ninguna cualidad física, es un tipo que no expresa absolutamente nada. Las pasiones son dominadas en su totalidad, por tal motivo, no bebe una copa de vino, es muy ahorrativo, no hace más que el mínimo esfuerzo físico para moverse, ya que vive entre papeles y documentos, como un ratón de archivo, y en muy raras ocasiones, en su rostro se dibuja algo que intenta ser una sonrisa, que más de alegría, parece ser de burla o desprecio. Desde luego que con esta sangre fría de Fouché, es en extremo difícil romper lo único que sí tiene muy fuerte, su entereza y constitución mental, mismas que le permiten dominar las situaciones tensas como si nada ocurriera. Sabe soportar y obedecer órdenes superiores sin importar qué tan humillantes sean; las ofensas se estrellan en su caradura y nunca da muestras de enojo, enfado o rabia, y la frialdad y paciencia son sus mejores armas y virtudes, que a su tiempo serán empleadas contra los mismísimos Robespierre y Napoleón. Sin embargo, lo que los demás no saben ni conocen de Fouché, es que muy en el fondo de su alma, allí, escondido donde nadie puede verlo, vive su verdadero espíritu aventurero, pero no el de las grandes hazañas de conquista de tierras, tesoros y mujeres, sino el de la intriga, el complot, el de golpes bajos criminales, certeros e inesperados, el del caos interno que inicia de la tranquilidad de su apariencia exterior, nadie es capaz de ver nunca antes estas “cualidades” del casi sacerdote de Nantes. NLDM