PEÑA TUVO A SU MAESTRA GORDILLO; AMLO, A SU MAESTRA DE LA ESTAFA
Estoy convencido de que el Karma existe. En mis años mozos, fui un ateo empedernido y con tendencias socialistas; ahora, me he vuelto escéptico y moderado en mis posiciones políticas. No creo en la superchería, ni en la magia, ni en las brujas, menos en el diablo. Pero sí reconozco, que hay personas que tienen dones especiales para “sanar” física y mentalmente a la gente de mente débil, supersticiosas, presa fáciles de ser sugestionadas o hipnotizadas.
Pero eso del Karma (Ley de causa y efecto), que, en pocas palabras, dice que, según como actúes, según te comportes y entregues en la vida diaria; de esa misma manera, regresarán las consecuencias a ti.
En lo personal, siempre he sido servicial, estoy dispuesto a correr riesgos y a meter las manos al fuego por un amigo o persona cercana, cuando se encuentra en una situación difícil; soy muy agradecido, porque la gratitud, cuando hay nobleza, se mama en el seno familiar y se convierte en un valor imprescindible, que te convierte en una persona de bien.
Creo y sigo creyendo en el ser humano, a pesar de que, en un tiempo, solía frustrarme porque tal o cual persona a la que había “ayudado”, no me correspondía como yo creía.
Aprendí con el tiempo, que, cuando uno da o se entrega por alguien o por una causa, no puede esperar una retribución, porque eso es muy mezquino. Si doy, si hago un favor, si presto dinero, debo estar consciente, de que, a quien vaya destinado, tiene sus propios valores y creencias y mentalidad. Por eso, no se pueden forzar las cosas, ni hacer recriminaciones, mucho menos, juzgar a quien tú, consideras malagradecido.
Si uno no puede comprender esto, es mejor no establecer vínculos estrechos, no hacer favores y menos prestar dinero, porque, tarde o temprano, se sentirá uno frustrado y defraudado, perderá amigos y llenará de resentimientos.
De darles una lección a quienes no actúan como uno quisiera, a los que no corresponden a la amistad, por el contrario, sientes que te han traicionado, de eso, se encarga el Karma. ¡Y vaya que, en mi caso, se ha encargado! He visto a lo largo de mi vida, cómo, personas, amigos, o cercanos a mí y que actuaron mal, han sufrido desgracias, pérdidas, enfermedades, por su forma de actuar y vivir; porque la ambición los traiciona y la falta de humildad y gratitud, tarde o temprano, les cobra las facturas.
Algunas veces, personas cercanas, amigos o gente que conoce mi trayectoria universitaria, me han preguntado: ¿Por qué, si tenías todo, lo que se dice todo, para ser Rector de la UAdeC, preferiste renunciar en tu mejor momento? Siempre les he dicho lo mismo; porque para llegar, tenía que traicionar y destruir un trabajo que me costó mucho construir: darle a la Universidad institucionalidad. Así de simple. No tengo estómago como muchos que conozco, e, incluso encumbré, que a base de traiciones, de dinero o corrompiendo y ofreciendo a jovencitas a los de arriba, han escalado y siguen escalando posiciones. Y, así, cualquiera.
Todos sabemos que nuestras vidas se desarrollan en etapas, hay quienes lo reconocen y otros no. Estos últimos, son los que se aferran a vivir como esclavos de sus puestos de trabajo, los que creen que fuera de ese “confort”, no hay nada; que no saben hacer otra cosa, más que lo rutinario y mecánico que realizan a diario; que no conocen la realidad y siguen atrapados en el sub mundo en el que se desenvuelven; los hay que para mantenerse ahí o escalar posiciones, traicionan, engañan, se humillan y se hincan para lograrlo.
He comentando en varias ocasiones que he sido siempre muy audaz y hasta radical en mis decisiones. ¡Claro que me pudo renunciar a ser Rector! Pero era un ciclo que había agotado, por eso, no solo renuncié a la Secretaría General, sino también a mis clases, a todo lo que tuviera que ver con la Universidad.
Con esta decisión, aprendí más de lo que había aprendido hasta esa etapa de mi vida. A tener más seguridad y confianza y a no temer a conseguir o perder un trabajo. Dice el dicho: Dios aprieta, pero no ahorca. Y eso se aplicó en mi.
El punto nodal de toda esta perorata, es el Karma que está castigando a Rosario Robles Berlanga -entre otros-, que no solo traicionó sus principios, a quienes la encumbraron varias veces, sino que, se traicionó, a ella misma.
Porque, no se puede andar por la vida dando bandazos con tal de mantenerse en el poder o conseguir un cargo, y, Rosario, en su soberbia, nunca pensó o pasó por su mente -porque así son los mitómanos-, que su ascendente y “brillante carrera”, que la llevó a ser considerada en un tiempo, como una de las mujeres más influyentes y poderosas de México, iba a terminar tan mal.
Hoy, está pagando un precio muy alto, porque cuando más soberbia se tiene, el golpe es demasiado duro.
Pero nadie aprende en cabeza ajena. Si Peña Nieto tuvo a su Maestra Gordillo, para mandar un mensaje político; AMLO, tiene a su Maestra de la Estafa, para mandar el suyo.
Sea cual sea el veredicto final que se le dicte a Rosario Robles, para una soberbia como ella, será pequeño, comparado con la humillación que le infringieron y el veredicto del pueblo. Rosario ya fue quemada en la hoguera de sus vanidades, que es peor, que estar presa.