Torreon, Coah.
Edición:
14-Oct-2024
Año
21
Número:
922
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La multitud, el pueblo y el metrobus / 707


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Por:
Sin Censura
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23-06-2019
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

En su libro “Gramática de la multitud” el filósofo italiano Paolo Virno recuerda una tensión fundamental entre dos conceptos cardinales en la ciencia política: multitud y pueblo, tensión que recupera del filósofo inglés Thomas Hobbes quien afirmaba que, en el comportamiento político, esa pugna bien podría definirse del lado de la guerra civil. Esto es así, decía Hobbes, porque el concepto pueblo está estrechamente asociado a la existencia del Estado, mientras que la multitud nos remite al “estado de naturaleza”, es decir, la fase previa a la invención o construcción de las instituciones que nos permiten hablar de “civilización”.

Sin embargo, aunque se supone que el “estado de naturaleza” o de pre-civilización ya quedó atrás, en un pasado cada vez más lejano, en realidad está siempre al acecho, esperando una oportunidad para hacerse presente bajo la forma de “multitud”, y esa posibilidad emerge en cada momento de crisis del Estado. Es el permanente riesgo de regresar a una situación en que las decisiones grupales se toman atendiendo más al estado anímico que a la reflexión grupal. Así podría decirse que, en lo que se refiere a la toma de decisiones grupales, hay un antes (la “multitud”) y un después (el “pueblo”). Para pasar de la multitud al pueblo se tuvo que inventar una gran institución (la más antigua de la humanidad, según el investigador Abraham Nuncio) que es la “asamblea”, tan antigua que nace antes que la familia, el credo o la milicia, por lo que, afirma Nuncio, la humanidad nace con rasgos democráticos.

La esencia de la asamblea es el debate, la deliberación, el escucharse unos a otros para resolver los problemas comunes. La decisión mayoritaria, expresada a mano alzada o con voto secreto, solo tiene sentido si es la culminación de una discusión respecto de todas las posibles alternativas manifestadas por los participantes. Decidir sin discutir es actuar como multitud disfrazada de pueblo.  Algo así como lo que sucedió en Gómez Palacio cuando el presidente López Obrador puso a consideración

Lo anterior viene a cuento por la pasada visita presidencial a la Comarca Lagunera cuando López Obrador entregó avances de sus programas de bienestar, evento al que asistió una multitud que abucheó al gobernador duranguense. Al respecto, con una enorme sonrisa de satisfacción, el presidente comentó “se calentó la asamblea”, “hay mucha razón y también mucha pasión” con lo que transformó a la multitud en asamblea en la que, en efecto, suele haber argumentos razonables y razonados, pero también expresiones de hartazgo, molestia expresados sin muchos razonamientos. Para eso se requiere la reflexión (actividad del pensamiento que consiste en analizar algo con detenimiento), algo que, al parecer, no se le da mucho al presidente como lo demostró al pedir respeto para las autoridades ya que, al escuchar la negativa de la gente les contestó “no me importa lo que piensen, ya saben…”

Así, la multitud se transforma en pueblo según las necesidades o el ánimo del gobernante. Cuando llegó el momento de hablar sobre el metrobus, nuevamente hizo alusión a que el pueblo manda y puso a la multitud a elegir entre apoyar hospitales o ampliar la ruta del metrobus a Gómez Palacio y Lerdo. Lo que siguió ya lo sabemos. Sin argumentos, sin justificación técnica, sin reflexión se canceló la inversión destinada al metrobus y, en su lugar, la prioridad será “agua y luego hospital”, así, sin precisar lo que implica una y otro.

La cancelación del metrobus fue tan antidemocrática como la decisión de invertir en dicho transporte, en ambas el pueblo estuvo ausente.

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