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Edición:
07-Oct-2024
Año
21
Número:
921
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LA PONEROLOGÍA EN MÉXICO / 705


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Por:
Fidencio Treviño Maldonado
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10-06-2019
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Edición:

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POR: FIDENCIO TREVIÑO MALDONADO /

LA COLUMNA DE FIDENCIO TREVIÑO.

El hombre nace bueno, el medio lo convierte en tigre.

Mao Tse Tung

 

Albert Einstein, dicen que dijo que --el mal es la ausencia del bien--; Dante, en su Divina Comedia, regula los castigos para los malos; lo mismo hace Milton en su Libro "El Paraíso Perdido", cuando estos autores estaban muy lejos aún de que a este estudio (del mal) se le adosara y tatuara el nombre de Ponerología. Esta palabra llega del griego Poneros, que es el estudio del mal y su naturaleza, y fue un polaco de apellido Lobaczewski, recién fallecido en el año 2007, quien toma este rasgo como un estudio diciendo que es el acto y teoría de como se gesta y desarrolla la maldad en las personas, en la sociedad y organizaciones de todo el planeta. Es, sin duda, un estudio sobre la maldad y violencia muy complejo, cual si fuese una profesión que se ejercita desde tiempos inmemorables, siendo esta promotora y encargada inclusive de disminuir la población de nuestro planeta. Desde antes de los Hunos de Atila, hasta los últimos actos bélicos a nivel mundial, regionales y cientos o miles de revoluciones internas, la violencia siembra el terror, el odio y por añadidura la muerte --La guerra termina para el que muere en batalla-- dijo Napoleón, siendo una cosa normal para los franceses en las guerras napoleónicas morir, como sucedió un siglo después en la Segunda guerra mundial con los japoneses, --preferible morir con honor que regresar a casa derrotados--.

En nuestro país, hace más de seiscientos años ha estado vigente la llamada ponerología, desde la persecución de tribus contra tribus, el sacrificio a los dioses que debería ser con sangre, la bárbara aniquilación de inocentes en la mal llamada conquista y de ahí son mil o más guerras internas e intervenciones en las que México ha estado inmiscuido, la violencia causada por ignotas razones, pero sin duda motivada por el mal, inclusive, muchas batallas fueron y han sido promovidas por algunas religiones y, como paradoja, estas religiones hablan y predican el amor.

Ahora, nuestro país, sin estar en guerra sigue y permanece ahogado en la sombra del mal, en el terror en plena apología del crimen, el secuestro, las violaciones, las masacres, las extorsiones y peleas continuas por el poder político de los pueblos, como exigencias de la sociedad, y organizaciones que ante la ausencia de diálogos razonados o colegiados y respeto a los demás se lanzan a la batalla inútil e infértil en pos del materialismo, el hombre civilizado se descuelga de las ramas y comienza la cacería humana que, se supone, terminó desde la noche de los tiempos eternos.

Nicolás Maquiavelo, se quedó lejos de lo que hoy puede hacer la mente humana con la capacidad de matar, mutilar y aterrorizar con el odio y el mal a la sociedad indefensa, aquella a la que el filósofo alemán F. Nietzche hacía referencia y de la que su mejor alumno, Hitler, llevó a cabo. El mal, cual enfermedad inmune, cual epidemia, virus sintomático que tomó como suyo el país, pueblos chicos y grandes, están plagados del mal y aun existiendo más, muchas más personas buenas en México, es el mal el que domina el entorno, el que una sola persona mala tiene la capacidad de aterrorizar a miles y provocar el caos que trastoca a la sociedad, y como están las cosas, también al gobierno, regresando al viejo refrán --quien siembra vientos, cosechará tempestades--. Estamos inmersos en la ponerología, es decir, dentro de la burbuja del mal y la vemos, la escuchamos y hablamos en cualquier hora del día, pendiendo esta bajo un farol, se encuentra a la vuelta de la esquina, nos la topamos en vehículos, en reuniones y aun a estas fechas sin encontrar remedios o recetas caseras sigue siendo un axioma sin fin que parece ser que en tales circunstancias, y por desconocidas determinaciones, la presencia del mal es un secreto entre  el hombre y Dios. Tal vez el filósofo polaco Lobaczewski, murió sin terminar su teoría sobre la Ponerología, sin embargo, ahora el mal que pulula en el mundo nos parece una simple y vulgar eventualidad y no nos preocupamos o siquiera intentamos conocer su causa; su origen es el odio, rencor, ira y la búsqueda frenética de algo que no perdimos.

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