POR: PEDRO BELMARES O.
Si se tratara de descifrar lo que ha dejado el hombre en la tierra que lo destacaría de todo ser vivo, sin duda, sería el tratar de destruirse a sí mismo y a su especie, más allá de la ciencia y la medicina, la investigación de las enfermedades o de los virus que han azotado al ser humano, el conocimiento de aprender otros planetas y el universo mismo.
El hombre no ha logrado transcender espiritualmente, la falta de creer en Dios todopoderoso lo provoca, el hombre es escéptico del creador del universo, y piensa que viene de la teoría de Darwin de la Evolución por medio de la selección natural, pero también piensa que todo se lo debe al universo eso es de quedarse perplejo.
Qué decir de la eterna juventud, el hombre ha querido saber cuál será el secreto para ser joven, y así no envejecer nunca. Desde historias de reyes con todo su poder, los cuales ofrecieron la mitad de su reino a quien conociera la fórmula que permitiera prolongar en meses o años la vida para seguir disfrutando en sus tronos las mieles de su gloria. De ahí la obsesión.
No cabe duda que el hombre no ha dejado un vestigio para otras especies de otros planetas de que hizo algo bueno para su especie, desde que comenzó no ha dejado de igualarse con su Dios, si la vida del hombre fue otorgado más por el perdón y salvación que el hijo de Dios le dio.
Al ofrendar su cuerpo por el hombre la humanidad ve a Dios hijo como una historia ya pasada de moda y prefiere los placeres del mundo, que tarde o temprano lo destruirán.