POR: FIDENCIO TREVIÑO MALDONADO
El diablo ama los secretos ocultos, sobre todo cuando perjudica con ellos a los hombres...
(Fitema)
Tan odiados y tan amados, son los Estados Unidos de Norteamérica para millones de habitantes de todo el planeta, sin embargo, muchos de estos millones que odian a los Sheriffes del planeta están siempre usando o motivados por algo que los USA tienen, fabrican o cuestionan. Los pueblos tienen muchas de las veces lo que merecen, los basureros ajenos, falta de servicios básicos, trabajos mal pagados y esclavizantes, caciques, dictadores y gobiernos corruptos, algo que es común en más de 100 países: La pobreza y miseria al parejo con la injusticia campean en sus habitantes. No sólo es Haití o Belice, mucho menos Calcuta, quienes sumidos en la miseria sobreviven un día sí y otro día pues a ver si se puede seguir vivo. Poco se habla del olor nauseabundo en los libros de E. Allan Poe o de G. Orwell o de Bram Stoker (Drácula).
Inclusive, en la Divina Comedia de Dante Alighieri se le pasan sin describir los fétidos olores del infierno, sin embargo, sería imposible citar sólo en México los que hacen miles de fábricas, minas, de otras factorías cuyos productos se comercializan en el mundo y son elaboradas con recursos como suelo, minerales, agua, gas, aceite, maderas en países inmersos en la pobreza, etc.
Ver un arroyo, río o lago contaminado es algo monstruoso, algo del paraíso perdido, es oler la estela del desastre que dejan esas pujantes "industrias del empleo" en el país, tal como lo vociferan los gobiernos cuando una maquiladora o cualquier fábrica comienza sus trabajos, sin que nadie consigne tan siquiera un proyecto y menos las consecuencias letales que esta factoría o industria trae consigo. Un ejemplo es Bolivia, en donde mineros extranjeros explotaron el estaño y se les concedió permiso pensando que era parte de su desierto, desde luego, también algo de economía a ese país y regiones tan pobres, pues extrajeron grandes cantidades de agua salada y dulce y pasarán tal vez cientos de años para que inclusive en el mismo desierto se aleje la contaminación, los mineros se fueron la mayoría enfermos y la catástrofe está tangible.
Cada monzón en los países del cono sur es el que arrastra millones de toneladas de aceite, ácidos y otros productos tóxicos usados por los mineros y otras fábricas que, ante los ojos de las autoridades, tiran a los diferentes cauces de los afluentes que desembocan en el Río Amazonas y este arroja miles de millones de metros cúbicos al mar, en él van también toneladas de animales muertos por la contaminación. Ritual que cada año se repite; ellos a tirar basura de todo tipo al cauce y el Amazonas cada año monzónico a arrastrarla hacia el mar. Los países industrializados y en eterna producción necesitan terrenos, espacios, recursos y no se muerden la conciencia si en ello va su ganancia y producción.
Para desgracia, México por años y bajo contratos oscuros, tratados condicionados y otros arreglos, hemos sido desde tiempos inmemorables el patio trasero, en donde chatarra, basura no reciclable y tóxica y otras cochinadas son arrojados y la felicidad de tener un trabajo hace al obrero que por largas y agotadoras jornadas estén oliendo, tal vez sin darse cuenta, el trasero del diablo, basta ver como ciudades grandes descargan la basura (sea tóxica, reciclable o no, de clínicas, etc.) en terrenos de comunidades. Se dice que la ahora pujante ciudad de Neza, una parte está construida sobre lo que por años fue el basurero a cielo abierto más grande del mundo, tanto de la Ciudad de México, como otras ciudades del Estado de México, la basura fue arrojada en Neza.
La región Lagunera, por sepa qué oscuros negocios, la basura que es recolectada en Torreón, unas mil o más toneladas diarias, es arrojada sin reglas sanitarias ni especificaciones en su patio trasero llamado Matamoros, es decir, otro trasero del Diablo. Lo que sucede en Ramos Arizpe con la llegada de plantas automotrices y su contaminación y con los basureros tóxicos en Escobedo y en General Cepeda, Coahuila; con el o los permisos sellados y permitidos, condenados estos municipios a oler las inmundicias que generan las plantas de productos que se elaboran en maquilas. Torreón, ciudad pujante (¿De qué?), amanece un día sí y otro también con una capa más gruesa que la misma litosfera, generada por la nube de gases que genera PEÑOLES en el uso de sus químicos tecnológicos y modernos para su producción de ORO. Parece ser, que el Green World, Salvemos el Planeta, el Protocolo de Kioto, entre otros del orden universal, ni los mismos que lo constituyen lo respetan; Rusia, los USA, China, Canadá, Francia, entre otros países civilizados que ante el interés de ganar dinero, les vale poco o nada contaminar y, de paso, se convierten en los nuevos caballos de Atila; donde se posan sus pezuñas "fábricas" ni la hierba vuelve a crecer, ahí está el trasero del Diablo.
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