Torreon, Coah.
Edición:
14-Oct-2024
Año
21
Número:
922
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MI VERDAD / 693


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Por:
Agente 57
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04-03-2019
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POR: AGENTE 57

ARRANCAMOS… CRISIS INTELECTUAL Y CIENCIAS SOCIALES.- las ciencias sociales en México pueden abrir una amplia puerta para entender la realidad del país y del mundo. Sin embargo, tienen grandes dificultades para percibir su propio estado y para aquilatar el desarrollo, las limitaciones y los aciertos de las investigaciones y las reflexiones que se realizan en México. Esta falta de habilidad de la ciencia social para reconocer los avances que se hacen a su nombre es una seaaal adversa que nos lleva a suponer que estamos ante los efectos de una crisis intelectual. Me parece que, hasta cierto punto, la situación de las ciencias sociales refleja lo que ocurre en el resto de las actividades intelectuales. Y también, no está de más decirlo, lo que ocurre en sus territorios influye en la manera en que se comportan y piensan los políticos mexicanos, quienes en una gran proporción vienen de carreras académicas ligadas a las ciencias sociales. Además, hay una proporción elevada de comentarios políticos en los medios masivos de comunicación que provienen de la academia universitaria, fuertemente empapada en estas ciencias. Hace ya años que muchos sospechan que las ciencias sociales se encuentran en una situación difícil. Se ha hablado de la quiebra de la antropología, de la corrupción de la práctica jurídica, del atraso de los análisis económicos, de la esterilidad de los estudios históricos, de la inutilidad de la psicología y de crisis de la sociología. No obstante, estas visiones acaso excesivamente pesimistas no pueden fundamentarse fácilmente, pues carecemos de instrumentos para medir la condición de las ciencias sociales en México. Y sin embargo, podemos suponer que la misma escasez de estudios críticos sobre las disciplinas sociales es un indicador de que estamos ante una situación anómala. Desde los años cincuenta – o acaso antes- las ciencias sociales giraban en torno de las necesidades, reales o imaginadas, del Estado nacional. Especialmente la antropología y la sociología, en cierto modo estaban atrapadas en una contradicción: a pesar de apoyarse en la mitología nacionalista, despreciaban el estudio de la simbología cultural y de las instituciones que legitimaban o sostenían dicho Estado. Se giraba en torno de ciertos temas: los desequilibrios económicos, la dependencia, el subdesarrollo, el atraso de la población rural e indígena, la marginalidad, el dualismo, el carácter nacional, la burguesía nacional, el crecimiento demográfico, etc. las ciencias sociales, al buscar un mayor sustento científico en la economía, entraron en un callejón sin salida y no lograron disipar el misterio que los obsesionaba: las causas del atraso y del subdesarrollo. En un breve balance, la conclusión de que los sociologos que heredaron y continuaron esta tradición llegaron a la idea de que la dependencia y la globalización (o, como algunos prefieren decir, el subdesarrollo y el neoliberalismo) habían impedido que en México se desarrollara una sociedad civil consistente y fuerte. El proceso había sido catastrófico, el fascismo o el caos amenazarían al sistema y la solución, en caso vislumbrarse alguna, debía venir apoyo a las formas blandas –semidemocráticas y populistas- del autoritarismo, o bien de una alternativa de salvación nacional más o menos revolucionaria, que abriera paso a una nueva forma de desarrollo económico. Se esperaba, ingenuamente, que la globalización debilitara las fuerzas imperialistas de Estados Unidos. Ante esta tradición, se desarrollaron otras perspectivas que abordaron, por ejemplo, las dimensiones sinmbólicas y culturales de la realidad sociopolítica, y llegaron a ideas opuestas: el sistema mexicano tenía sus raíces en una sólida sociedad civil, en cuyo seno se alojaron los resortes que explican el atraso y el autoritarismo nacionalista. Durante la larga crisis del sistema político mexicano las ciencias sociales se fueron abriendo a nuevas tendencias y corrientes, a veces calificadas de posmodernas. Cada vez era más claro que la sociedad podía funcionar y gobernarse con nuevas normas democráticas y se comprobaba que con ello no se derrumbaba la esctructura del país. Estos procesos requerían de nuevas explicaciones. Las ideas que giraban en torno en torno de las teorías de la nueva realidad. Estas tensiones fueron las causantes de una fragmentación de las ciencias sociales que coincidió, además, con desinterés de los estudiantes por inscribirse en las carreras ligadas a la investigación (notablemente la sociología). Otro factor inquitantes fue la invasión de comucación, cuyos análisis tendían a sustituir los áridos y a menudo estériles resultados de las investigaciones acádemicas. En los artículos de las revistas académicas, además, ha sido frecuente un exceso de fárrago teorizante y un déficit de referencias empíricas.

MI VERDAD.- Las ciencias sociales son impresindibles en estos tiempos de la cuarta transformación.

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