Torreon, Coah.
Edición:
09-Dic-2024
Año
21
Número:
930
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AFRENTA A LA UadeC / 689


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Por:
Samuel Cepeda Tovar
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02-02-2019
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Edición:

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POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR

http://enfoqueanalitico.blogspot.com

De sobra conocemos la importancia y la trascendencia de la participación ciudadana, sobre todo cuando se trata de hacer frente a las injusticias. Toda participación ciudadana debe ir acompañada de una buena dosis de tolerancia, pues sin esta virtud la participación sería inútil, no llevaría al diálogo ni a prácticas democráticas, sino a la confrontación y al uso de la violencia. Los movimientos sociales, por su parte, son corrientes fundadas en valores compartidos, que buscan redefinir las formas de la acción social e influir en sus consecuencias, pero los movimientos sociales en este país, se caracterizan siempre por hacer uso de medios no convencionales a los sistemas democráticos y usan la fuerza de sus masas que, armadas con palos, piedras y profiriendo dicterios contra autoridades, buscan satisfacer mediante la intimidación y la fuerza sus exigencias sin importar los daños colaterales que provoquen con sus acciones, pues la razón los asiste y no hay cabida para otra versión de la realidad. Imposible intentar entablar diálogo con José Luis López Cepeda, líder de la Unión de Trabajadores Agrícolas en Coahuila (UNTA), quien, encabezando un contingente de cientos de personas, atacó la estabilidad y vulneró la autonomía universitaria tomando las instalaciones de la rectoría. Usando 90% de sus palabras con invectivas, cerrado a dialogar con cualquier autoridad que no fuese el Rector, el dirigente dio muestra de la pusilanimidad con que los movimientos sociales en México se desenvuelven, que más que movimientos, resultan ser grupos de presión que se alimentan de las concesiones obtenidas mediante la violencia. La UNTA dice ser una organización que representa a campesinos, no obstante, su movimiento alberga a personas que nunca en sus vidas han tomado una pala o un azadón, salvo que sea necesario para amedrentar a indefensos para obtener privilegios. Es cierto que buscaban apoyo para una persona con problemas de salud, no obstante, el fin no justifica los medios, pues la prestación del servicio de salud que realiza la UAdeC a través de sus hospitales no es una obligación, pues la misma recae en instituciones de seguridad social como el IMMS, ISSSTE y el Seguro Popular. Y a reserva de cualquier convenio que la universidad pudiera tener con el seguro popular, existen procedimientos que deben respetarse y existen también los canales para atender cualquier exigencia o inconformidad. Los hospitales de la universidad son principalmente para la enseñanza y la investigación. No cuentan con recursos adicionales que les permitan prestar servicios perennes de salud fuera de los convenios que pudiera tener con autoridades de los tres niveles de gobierno, y la escasez de recursos actual no permite que los hospitales universitarios se den la oportunidad de servir con eficiencia a la comunidad cuando se requiere. Las decisiones de brindar servicio son parte de la misma autonomía de la universidad, misma que fue pisoteada por la UNTA. La misma rectoría brinda servicios diariamente a todas las escuelas de las tres unidades, mismas que se vieron afectadas por la toma de las instalaciones, por ello la afectación a la estabilidad, pero quizá el daño más grande, es ver a la UAdeC sometida y controlada por un grupo cerrado al diálogo y el preocupante precedente que esta acción puede traer consigo, pues ahora cualquier grupo o la misma UNTA puede volver a hacer acto de presencia para exigir cualquier servicio universitario solo porque amedrenta con la fuerza a una institución que entre sus valores promueve en la juventud coahuilense el diálogo. La UAdeC debe tomar cartas en el asunto, no por venganza, no por orgullo, sino por defender la imagen, la estabilidad, la autonomía y los valores universitarios que día a día edificamos en esta institución y que de pronto son aplastados por trogloditas intolerantes que toman y usan la violencia como único medio para satisfacer sus necesidades. En la UAdeC alzamos la voz: No a la violencia, sí al diálogo.

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